
Ha sido publicada y premiada recientemente la última película protagonizada por el afamado actor Will Smith, bajo la dirección de Reinaldo Marcus Green, que ya había dirigido Joe Bell y Monstruos y hombres, y el título en español El método Williams y el mejor rotulado en inglés de King Richard (Rey Ricardo). Ello le sirvió al reputado artista protagonista para alzarse con la estatua del Óscar al mejor actor y ello en una noche en donde no fue lo que se dice exitosa para su carrera y su imagen pública por un violento acontecimiento conocido por todos.
A lo que vamos, las películas protagonizadas y, justo es decirlo, producidas por Will Smith llevan muchos años dando una de cal y otra de arena. Más sombras que luces, más fallos que aciertos, a nuestro juicio. El acabado de este curioso Rey Ricardo, a la vez, padre en la ficción de las reputadas hermanas Williams, es cuanto menos ramplón y la historia está más que prevista. La típica historia de superación desde el ghetto que es tan oscarizable para la Academia. Como cada uno que haya existido en el mundo en los últimos 30 años ya sabe la historia de las hermanas tenistas, lo que va a suceder en la trama y en la cinta no sorprende en absoluto. Para colmo, Will Smith se echa la película a sus espaldas, con lo que ello comporta.
Richard Williams es el polémico padre de Venus y Serena Williams, conocido y reconocido por sus poco canónicos métodos para infundir en su prole el gusto por el tenis. Una persona que puede estar considerada como un hombre duro o violento, según quien esté inmerso en la historia, según el que cuente la historia. En ese punto de vista, Smith y los creadores de esta cinta bendicen de alguna manera el cuento de Williams y además diría que no muestra en ninguna parte este cinta ninguna crítica al manido dicho de “la letra con sangre entra”.
De resto, la película no es más que formal. Serena y Venus son dos tenistas destacables y lo han sido durante toda su carrera. Han sido, como dirían los ingleses “two of a kind”. Pero ello no es contado desde sus personas, sino desde las peripecias de un hombre de negocio de representación… el tal Richard Williams. De sus polémicas, de sus declaraciones, de sus medios y de sus métodos. Ese punto de referencia se nos antoja menos jugoso que el de las dos hermanas ¿Será para más gloria de su protagonista, Mr Smith?
La película de Marcus Green no solo bendice el método. No es tan simple. Es una suerte de Maquiavelo que navega entre los siglos XX y XXI, el fin es lo que importa, no los medios de una educación. Sus protagonistas, tanto madre como padre, se sienten orgullosos del “trabajo bien hecho” siempre y cuando firmen un jugoso contrato con las rutilantes marcas deportivas que daban millones de dólares por hacerse con las perlas del deporte, en este caso el tenis, del futuro.
El torneo final no es más que un partido con la española Sánchez Vicario, la primera en la lista de las series mundiales del tenis. Algo todavía más evidente que el resto del metraje. Su banda sonora, previsible para la peripecia propuesta tampoco destaca de manera excelente.
En conclusión, la producción de Will Smith tiene más eco por lo sucedido en la 94 edición de la Ceremonia de Los Oscars de la Academia que porque nos haya dado una cinta meritoria. No es que todo sean grises, hay momentos en el que se cuenta la presión del barrio ante familias que quieren triunfar económicamente y hasta intelectualmente. No mucho más, actores que cumplen, planos muy conservadores en mucho de los casos y quizás una historia que no es más que lo que pasa en cualquiera de los barrios del mundo, sobre todo cuando hay gente que se esfuerza por ir más allá que su teórico puesto en el mismo.
Foto: fotograma de la película.