
El pianista Gonzalo Rubalcaba (La Habana, 27 de mayo de 1963) firmó un excelente concierto en el lagunero Teatro Leal, este pasado jueves 17 de julio en el marco del 34 Festival Internacional Canarias Jazz & Más Músicas Creativas con el Trio D’Été que completaban de manera sabia y decidida Matt Brewer y Eric Harland. Pasados breves minutos de las ocho de la tarde , horario previsto para el show el concierto comenzaba.
Harland, Rubalcaba y Brewer tienen a la espalda mucha experiencia en el escenario y saben como camelarse al público desde el minuto uno. Es el caudal importante que lleva todo artista en su mochila, la experiencia hace ganar enteros y muestra de ello fue este concierto en el Festival Internacional Canarias Jazz & Más. Además, Gonzalo Rubalcaba fue tremendamente sincero desde el inicio, nos comentaba lo que le dificultaba hablar en público y que iba a intentar repasar su nuevo disco con esta formación Turning Point que, según sus propias palabras, fue otra de las cosas que la pandemia conocida por todos congeló.
Una vez realizadas las pertinentes presentaciones Gonzalo Rubalcaba inició su batería de canciones. Unos temas construidos y de construidos de manera magistral y realmente el placer consistía en dejarse mecer por las teclas del piano, las cuerdas del contrabajo y los parches de la batería. Curiosamente, Eric Harland -con unas prominentes gafas- adoptaba en el escenario una posición determinada, iba realizando sus aportaciones con la mirada esquiva y en cierto punto clavaba una mirada al teclista “jefe” y se notaba que pensaba para sí, “todo bien, así seguimos”.
¿Títulos de canciones? Pues claro, paciencia, Gonzalo Rubalcaba saciaría el conocimiento de estos detalles pero tiempo al tiempo. Mejor acomódate en su lirismo al piano, a su capacidad de soleo y por supuesto a un trio ensamblado. Como ya ha hecho en otros momentos, Rubalcaba es un jefe inteligente que sabe sacar lo mejor de sus chicos. Ellos le siguen pero no se olvida de repartir juego, de triangular el balón por el centro el campo y la banda. Aunque fueran tres, era un juego de equipo.
Tal y como el cubano había prometido iría repasando su disco Turning Point con algunos destellos de “otros lados”. Canciones como Infantil, dedicada al guitarrista John McLaughlin y Peace, “paz, un concepto que viene a darnos lección en la vida y difícil de encontrar, sobre todo la interior” iban siendo protagonistas en la velada musical. Sobre ésta también apuntaría que la idea es pequeña y que la van desarrollando poco a poco hasta hacerla gigante y ¡Qué razón!
En ese sentido, el estilo estaba asegurado. Cada canción era un viaje y todos iban aportando. Ese es básicamente el resumen del concierto, la concentración de tres músicos y sendos instrumentos para desgranar el placer del respetable. Por lo que a un servidor respecta, vista la hora en el concierto se había pasado fugaz tres cuartas partes del mismo. Como una exhalación, como una ensoñación enormemente rápida.
Otro de los momentos cumbres del concierto tuvo lugar con la interpretación de Hard One, una de las canciones que estuvieron -incluidas según el propio Gonzalo- en su debut con el prestigioso sello Blue Note hace ya algún tiempo. Ahí se volvieron a lucir todos. En ocasiones, Matt Brewer tenía la voz “cantante”, en ocasiones la piedra saltaba de manos a Harland, y en otras era Rubalcaba quien daba la tecla. Coordinación que solo tuvo un mínimo y casi imperceptible problema en una de las ocasiones. Sólo nos resta señalar, bravo.
Poco a poco íbamos acabando la noche, el hechizo se iba a deshacer de un momento a otro. Y ahí estuvo una versión de Caravan (Juan Tizol/Duke Ellington) de las que hacen época. Se iba adivinando el arco del estribillo preciosamente reelaborado. Distinguible pero roto, movido y revisado. Era quizás el final porque así saludaban al público que no dudó en alzarse de pié y en aplauso. Todo el mundo agradecido por el recital realizado.
Sin embargo, hubo tiempo para un poco más y la verdad es que fue una preciosidad. Pudimos escuchar una preciosa canción en medio tiempo llamada Ikú que está relacionada con la religión Yoruba y que significa Muerte o más concretamente el Señor de la Muerte. Es un pensamiento muy profundo como Rubalcaba señalaba y que tiene que ver con lo precioso de la vida, con estar presente en cada instante. Qué manera de ganarnos a todos, qué manera de dejarnos en una nube. Curiosamente la sensibilidad fue tal que Eric Harland abandonaba las baquetas y tocaba la batería con las manos desnudas.
Hasta el vuelo de un mosquito hubiera cortado el exquisito silencio que reinaba en el Teatro Leal y en la noche. Hasta el más mínimo carraspeo de garganta.
Entonces ya sí es verdad que no hubo más, era el último paso y la platea y palcos se levantaban para agradecer al cubano de hielo, en el sentido de cerebral, que lo hubiera vuelto a hacer. Nos había embelesado y enamorado a todos de su música y de su especial capacidad en interpretarla. Gracias, Gonzalo, Gracias.
Si estás por Las Palmas de Gran Canaria y lees esto con tiempo puedes disfrutar de este espectáculo en el Teatro Pérez Galdós este viernes 18 de julio, a partir de las 20:00 horas.
Foto: canción a quemarropa
Texto: Héctor Martín (Canción a quemarropa)