Redaccion 
Los fans de Paul Thomas Anderson (Los Angeles, 1960) están de enhorabuena después de la publicación de Una batalla tras otra. El film narra con un casting prodigioso una historia excelente y una realización a la altura, el pasado y el presente de los conflictos sociales que protagonizaba una banda terrorista. El protagonista es vehículo de una serie de catastróficas desdichas que lo hace verdaderamente excitante. Una suerte de odisea con la violencia grupal y social de trasfondo.
El director de Pozos de ambición (2007), Boogie Nights (1997), Licorice Pizza (2021) o Magnolia (1999) vuelve a la palestra para mimetizarse en una película que cambia lo que se puede esperar de su filmografía. Rompiendo moldes, Anderson, siempre, ahora se sirve de Leonardo Di Caprio como vehículo de una historia que está basada en un libro de Thomas Pynchon, Vineland (1990).
Di Caprio, bien es sabido, siempre te da un mínimo que es más que suficiente y ese es, casi sin lugar a duda, uno de los fuertes de la cinta. Pero es que encima, se sabe reunir por una serie de actores y actrices que están sembrados. Desde el “antagonista”, Sean Penn en el papel de un surrealista militar que resulta ser unpocacosa, a Benicio del Toro, que brilla como un ayudante de la emigración mexicana, al reparto femenino como Teyana Taylor y Regina Hall. Todos están de dulce. Hasta en el momento más irónico y de vergüenza ajena de esta hilarante sátira, cualquier artista de Una batalla tras otra guarda las formas y lo hace excelentemente.
Una batalla tras otra también sigue un camino fundamental en su guion, dentro de lo que cabe coherente y abierto a cambios de 180 grados que deja al espectador con ganas de más.
Es rara la ocasión que una cinta de la longitud de Una batalla tras otra sea un acierto. Se puede argumentar que la odisea propuesta no es tal pero en este caso siempre hay algo que engancha al que está en la butaca. La película tiene el tempo justo para no aburrir jamás y va sucediendo una “brutalidad” tras otra, un minicuento tras otro y es uno de los factores mágicos de la película. En ese sentido la película es bastante dinámica.
Desde el punto de vista técnico, todos los factores restantes como la iluminación, el vestuario, las localizaciones o la continuidad brillan lo justo para encontrarnos atados a la pantalla y digamos que realzan el hacer ya exquisito de la tripulación que ha enrolado Anderson en el proyecto. Por otra parte, la mezcla de actores consagrados y jóvenes es también brillante. Ese es el calificativo, brillante.
Además hay un momento verdaderamente especial para los amantes del cine. No nos gustaría romper la magia de la trama pero se refiere a una persecución ondulante de coches. Eso es saber rodar. Es puro deleite. La resolución es brillante aún siendo esperable. Da igual, ya estaba pagada la entrada del cine.
Foto: promocional de la película (fotograma)
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