
12-08-2022 LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. Pablo Mayer. | 12/08/2022 | Fotógrafo: Andrés Cruz
Pablo Máyer, doctor en geografía y profesor titular de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, inauguró las Jornadas de Cultura del Agua en la Casa-Museo León y Castillo de Telde
La Casa Museo León y Castillo de Telde celebra hasta el día 25 de octubre las ‘XV Jornadas de cultura del agua: saberes populares en torno al agua’, un encuentro organizado junto a la Asociación Cultural El Bloque que invita a reflexionar sobre la importancia del agua como recurso vital y bien cultural en Canarias. El doctor en geografía y profesor titular de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Pablo Máyer Suárez fue el encargado de inaugurar las jornadas con una conferencia dedicada a los fenómenos meteorológicos extremos y las inundaciones históricas en Canarias.
¿Cuál es el principal mensaje que busca transmitir al público con su intervención?
Pablo Máyer: La intervención gira en torno a dos aspectos. Por un lado, las precipitaciones extremas en Canarias -episodios de más de 200 mm en 24 horas- y, por otro, cómo se aborda el riesgo de inundación desde una perspectiva científica, mostrando ejemplos de trabajos realizados en el archipiélago. Se trata de transmitir la importancia de trabajar este tipo de procesos en el contexto actual. La mayor parte de los daños por desastres naturales en el mundo están relacionados con el clima. Canarias es una región altamente vulnerable al impacto de los procesos meteorológicos extremos y las inundaciones son la principal consecuencia con un mayor número de daños materiales y humanos.
¿Qué revelan los datos de las inundaciones históricas sobre la vulnerabilidad del territorio insular y cómo ha evolucionado la misma con el tiempo?
El riesgo de inundación se valora considerando tres aspectos fundamentales: la peligrosidad, asociada al funcionamiento del propio proceso natural -por ejemplo, la velocidad de la corriente o la altura del agua en el caso de las avenidas torrenciales-; la exposición social y económica (personas, bienes, servicios, etc. afectados); y la vulnerabilidad del sistema socioeconómico ante los impactos. El grado de vulnerabilidad se determina por una combinación de factores, como la concienciación sobre los peligros; las condiciones de los asentamientos humanos y sus infraestructuras, las políticas y la administración pública; y las habilidades organizativas en todos los campos relacionados con la gestión de los desastres. En Canarias, en las últimas décadas, se ha incrementado significativamente la exposición frente a las inundaciones, aumentando las áreas que las sufren, la población afectada y los bienes y servicios. Desde el punto de vista de la vulnerabilidad, se ha producido un aumento asociado a factores como la antigüedad de las edificaciones y un mayor número de personas vulnerables (mayores, niños, turistas, etc.). Al mismo tiempo, se ha producido una disminución de esta vulnerabilidad gracias al refuerzo de los sistemas de prevención, protección y gestión de las emergencias.
¿Cuáles considera que son los principales riesgos a los que se enfrentan Gran Canaria y el Archipiélago en términos de fenómenos meteorológicos extremos hoy en día?
Pablo Máyer: Si analizamos el número de víctimas producidas en Canarias desde el año 2000 hasta la actualidad por desastres naturales, la principal amenaza serían las temperaturas extremas, que se presentan como un factor de mortalidad y morbilidad muy importante entre la población, con veinte personas fallecidas entre 2000 y 2024. Esta cifra es similar a la de fallecidos por temporales de mar. En tercer lugar, estarían las inundaciones, con catorce óbitos, y en cuarto, los deslizamientos, con diez víctimas. En cuanto a pérdidas económicas, según los datos del Consorcio de Compensación de Seguros entre 1996 y 2016, las indemnizaciones por fenómenos meteorológicos adversos ocupan el primer lugar, con casi 300 millones de euros. El mayor número de siniestros corresponde a los embates de mar, con 34.369 registros (75% del total), seguidos por las inundaciones con 11.150 registros (24%), mientras que la tempestad ciclónica atípica apenas representa el 1% del total, con 414 siniestros (López-Diéz, et al. 2018).
Además del riesgo directo, ¿cuáles son las consecuencias socioeconómicas y medioambientales más significativas que provocan las lluvias intensas en las Islas?
Son múltiples. Como ejemplo, el peor temporal de la historia de Canarias, en noviembre de 1826, provocó más de 250 personas. Por tanto, la principal consecuencia, desgraciadamente, son las víctimas que se puedan producir. Durante las lluvias intensas se activan otros procesos, como deslizamientos y desprendimientos, que también han producido víctimas, constatadas, por ejemplo, a lo largo de la historia de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Además, las inundaciones, especialmente cuando las redes de alcantarillado o pluviales no pueden evacuar el agua, generan daños significativos en viviendas, comercios e infraestructuras. Desde el punto de vista medioambiental, los vertidos de contaminantes directamente al mar durante las lluvias intensas causan el cierre de algunas playas por contaminación de aguas pluviales y residuales.
¿Qué zonas de Canarias se han visto más afectadas históricamente por las inundaciones?
Existen multitud de puntos críticos en diversas localidades de Canarias que se inundan de manera recurrente, todos conocidos por los técnicos municipales. En general, las zonas urbanas cercanas a la desembocadura de barrancos, cuyas cuencas de recepción son pequeñas, pero muy alteradas por la construcción de vías y edificaciones, son las más vulnerables. Ejemplos recientes incluyen las urbanizaciones cerca del litoral de Telde, las zonas turísticas de Puerto Rico (Mogán) y la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde los barrancos han quedado ocultos bajo vías y edificaciones. En todas ellas se combina la falta de redes de evacuación de aguas pluviales junto con canalizaciones que no son capaces de evacuar el agua durante tormentas severas.
¿Podemos decir que el cambio climático está modificando los patrones de lluvia y aumentando los episodios de riesgo?
Pablo Máyer: En general, el calentamiento global aporta más energía al sistema atmosférico. Al haber más calor, hay mayor capacidad de evaporación y de retención de vapor de agua, lo que aumenta el potencial de los episodios de lluvia intensa y los volúmenes de precipitación. En Canarias, no hay evidencia de un incremento sostenido de episodios extremos. Entre 2010 y 2020 solo se registraron cinco episodios con más de 200 mm en 24 horas, menos de la mitad que en los periodos 1988-1989 o 1900-1999. Sin embargo, es previsible que se produzcan episodios extremos con volúmenes superiores, probablemente de origen tropical.
¿Qué medidas considera prioritarias para reducir el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos en los próximos años?
No se puede seguir ocupando los cauces de los barrancos. El planeamiento territorial debe impedir de manera sistemática la ocupación de zonas inundables, no solo el cauce delimitado como dominio público, sino toda la zona inundable. También es fundamental mejorar los sistemas de evacuación de aguas pluviales. No puede ser que con precipitaciones del orden de 20 mm en 12 horas o menos se produzcan graves inundaciones en numerosas urbanizaciones. En las nuevas urbanizaciones, se puede reducir la superficie impermeabilizada, por ejemplo, utilizando filtrantes en aparcamientos, para disminuir las zonas anegadizas. El coste o las molestias de obra pueden ser un problema, pero son medidas necesarias para reducir riesgos.
¿Estamos mejor preparados hoy, desde el punto de vista de planificación territorial, para prevenir los efectos de una inundación?
Pablo Máyer: Sí, estamos mejor preparados en los municipios que cuentan con planificación adaptada a la legislación actual. Desgraciadamente, solo nueve de los 88 municipios de Canarias cumplen este requisito. Las evaluaciones medioambientales posteriores a la Ley 4/2013 permiten zonificar riesgos y apoyar los Planes de Emergencia Municipales, estableciendo zonas seguras para la evacuación de la población o para la ubicación de puestos de mando avanzado.
En la foto: Pablo Máyer, geógrafo