Memento Mori es el último disco de la banda Depeche Mode, presentado triunfalmente por tierras mejicanas. Varias voces nos acompañan en el viaje.
Nuestro ojo es la cámara de Fernando Frías, que dirige no sólo el recital en sí, sino todas las intervenciones de fans, insertos analíticos sobre la influencia musical y diversas aportaciones de la tradición mexicana sobre la mortalidad, eje central del rockumental.
My cosmos is mine abre el concierto, empatando con Waggins Tongue. El último album representado en las dos primeras piezas, y primera concesión a los noventa con la soberbia It,s Not Good. Abren la veda nostálgica con el himno Everything Counts. Efectivamente, todo cuenta.
Desde la opinión del público hasta la poesía existencial. Dave Gahan y Martín L. Gore defienden un cancionero inmortal, ironías aparte. La tecnología analógica también tiene su hueco. Recuerdos de la televisión de tubo en la década del Walkman. My Favorite Stranger revisita su más reciente trabajo, mientras Stripped vuelve a atrapara a la audiencia.
No sólo la puesta en escena es parte inherente al show, sino la coreografía y teatralidad de uno de los mayores Frontmen de los últimos cuarenta años. La química del dúo superviviente es incuestionable. Sonríen a la Parca mientras le dedican un homenaje al caído con World in My Eyes. Andy Fletcher en la pantalla y en los corazones. El dolor permanece, la memoria también, y todo toma forma en Enjoy The Silence
¿Música para las masas?, Vendrá después con la hímnica Never Let Me Down Again. Meliodía y muerte se vuelven a entrelazar en Condemnation. Danza y Alegría lo hacen en Personal Jesus. Apela a tu Dios interior…
Los dos músicos se encuentran y se pierden en blanco y negro. Es una salida hacia delante. Es una celebración (negra?) entre la vida y lo que nos espera. ..
Disfrutemos del silencio…
Texto: Adrián Gómez
Foto: promocional.





