
Pasaban 5 minutos del horario previsto para el concierto cuando el cuarteto que lucía la rubia cantante Susanna Aleksandra en la noche del sábado 5 de noviembre se presentaban en el escenario de la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife, 7:35 pm. Desde el primer momento, la imagen de Aleksandra cautivó al público y eso no sería nada. Tuvo que empezar a cantar y la música a sonar para que el concierto de la velada tinerfeña fuera coser y cantar.
Aleksandra es una cantante nacida en Estonia pero que ha dado bastantes viajes en su vida, como compartió con el público en la noche. Con un castellano que ya querría para sí cualquier persona, cosechado hace 17 años en un viaje de estudios, nos fue explicando alguno de los detalles de su carrera, de su vida relacionada con la música y de sus historias varias mientras iba asombrándonos con su espectacular voz. Con una tesitura vocal cálida y dulce, logró apasionarnos también con un ejercicio extraordinario de scat -que sacaba en casi todas las canciones-, entre otros lujosos «trucos» musicales.

Susanna Aleksandra fue poco a poco, y como no podía ser de otra manera, desgranando canciones espectaculares que están incluidas mayoritariamente en sus discos Miracles, Souls of the night y The Siren. Especialmente de este último disco sonaron temas como Clumsy. Fue interesante ver como la rubia cantante llamaba la atención del público pidiendo la traducción española del título de la canción, torpe. Así es el amor según la canción firmada por la misma artista. También es interesante destacar canciones como A Maravilha (A miracle), guiño a los ritmos brasileños o por ejemplo también Desire.
Mención especial merece la exquisita banda, Joonas Haavisto, al piano; Gabriele Pesaresi en el contrabajo; y Andrea Nunzi en la batería. El primero es finlandés y el resto italianos y demostraron estar muy afinados durante toda la velada. El trabajo de Haavisto fue impecable sobre todo cuando se lucía al piano de cola Yamaha que es habitual en el recinto capitalino de Tenerife. Por poner sólo una pega, diría que el contrabajo estuvo un poquito subido de sonido.

Otra de nuestras canciones favoritas del concierto fue la versión que propinaron de Black Nile, arreglos de la famosa canción de un maestro del saxofón, Wayne Shorter. Poco a poco fueron regalando canciones a la concurrencia, y el público en cualquier momento respondía con acalorados aplausos. Cuestión ésta que dictaba sentencia positiva.
“Alma mía, siempre sola”, cantaba Aleksandra que había confesado siempre realizar alguna canción en la lengua del país en donde se encontraba. Otro ejemplo de lo dicho fue una exquisita versión de Volver, arreglada por un maestro argentino del que no recordamos el nombre. Cada canción era de una ejecución preciosa y además aún cuando en ocasiones se trataban de covers eran valientes y aportaban una visión personal, lo que era bastante de agradecer.

Poco a poco el concierto se apresuraba a su final, los músicos amagaban una primera vez en irse aunque sin mucha pausa volvían para propinarnos una excelente canción tradicional finlandesa; Ruusu Laaksossa, arreglada en esta ocasión por el pianista de la formación Joonas Haavisto. Extraordinaria, redonda sonó. Podríamos decir que nos evocaba un villancico navideño, aunque naturalmente esto responda solamente a nuestras sensaciones.
Tremenda conexión, amabilidad y trato también de los músicos con el público que llenaba en tres cuartas partes el aforo habilitado (428 plazas). No dudaron en salir después del concierto para saludar, charlar y compartir con cada uno que tuvo la inquietud de pararse a conocer más detalles sobre su trabajo. En definitiva, noche de las que hacen afición gracias a un cuarteto de lujo que cubrió un concierto de casi hora y media de música del mejor nivel.
Fotos oficiales de Auditorio de Tenerife excepto las últimas, de Canción a quemarropa
Texto: Héctor Martín