
En Santa Cruz de Tenerife se sentía el ambiente de las grandes ocasiones. El Festival Internacional Canarias Jazz & Más abría la veda de los conciertos del calor con un exquisito número, la participación de Dionisio Jesús “Chucho” Valdés Rodríguez con su celebración de Irakere en su 50 cumpleaños. La gente iba contenta y se saludaba enérgicamente en gestos propios de los grandes acontecimientos. Chucho también estaba especialmente resplandeciente y era lógico, comenzaba la gira de la onomástica en la plaza santacrucera. El Ayuntamiento de la ciudad también había tenido una participación decisiva, acogiendo un homenaje merecido en la Casa de los Dragos, su sede. Y encima se había llenado cada una de las plazas del casco romano de Calatrava, en un sold out que no recordaban ni los más antiguos del lugar. 1700 plazas completas.
Irakere y su director Chucho Valdés, conviene no olvidarlo, se había reencontrado con algunos de sus participantes después de muchas décadas, cinco, sin hallarse. Estuvieron en el mismo escenario en febrero de este año hombres supuestamente irreconciliables como Paquito D’Rivera y Arturo Sandoval. Hasta eso lo logró Valdés y su formación. Para más detalle, Canarias y Tenerife en concreto le debía a este altísimo músico la cita pues se había suspendido su concierto en pandemia. Había, vaya, ganas de guarachear con Chucho, no cabe duda.
Encima, todo estaba dispuesto positivamente. Una nómina impresionante de 10 músicos, incluyendo al propio Chucho -el hijo de Bebo- y un crédito de lujo: José A. Gola (bajo eléctrico y acústico), Horacio Hernández (batería) y Roberto Jr. Vizcaíno Torre (percusión), además de Eddie de Armas Jr. (trompeta), Osvaldo Fleites (trompeta), Luis Beltrán (saxofón), Carlos Averhoff Jr. (saxofón), Julián Valdés (percusión) y el vocalista Ramón Alvarez. Algunos de ellos, como Carlos Averhoff, eran parientes de los componentes originales del conjunto.
Sin embargo, el sonido -que era propio del grupo- no estuvo a la debida altura y nos lastima indicarlo. Hasta en el mejor momento del concierto, los vientos no tuvieron el sonido especial que de ellos se esperan y no por el trabajo de los mismos ¡Ni de lejos! La buena labor de trompetas y saxos, dos de ambas clases, no brilló debidamente a pesar de su propia pericia. No obstante, dicho lo cual, todos tiraron de oficio que en el caso de Chucho sobraba pero hasta el más joven del combinado supo sobreponerse de manera brillante.
El repertorio fue de absoluto lujo. Ya había recordado Chucho Valdés en la rueda de prensa de la mañana sus 14 Grammys , su destacada labor en la vida musical. Irakere tenía mucho que ofrecer a la concurrencia. Un repertorio que impresionó y una forma de tocar el piano de auténtico lujo. La maquinaria musical había arrancado unos minutos después de la hora fijada, serían aproximadamente las 8:40 de la tarde noche y poco a poco se fueron haciendo con el público.

Por la mañana se le hizo entrega en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife de unos gemelos de plata al gran Chucho Valdés
Poco a poco se iban colando los ambientes caribeños y de son en el Auditorio en donde, insistimos, no cabía ni un alfiler. Las canciones iban cayendo en un no parar de lujo. El ímpetu de la banda y de Valdés, con su enérgica dirección -aún siendo octogenario- se imponía al vendaval y a la tormenta. Canciones como Stella by Starlight sonaban tremendamente latinas. Chucho nos confesaba que la habían irakerizado y rebautizado bajo el nombre de Stella va a estallar (el respetable se deshacía en risas). También Lorena’s Tango que era jugar al tango desde la visión cubana de las cosas. Juego que se sabían, obviamente, al dedillo.
Momentos de absoluto oro fue el apartado de percusión y batería. En este último instrumento se contó con Horacio “El negro” Hernández, veterano en vertientes latinas y jazzeras, que supuso un absoluto metrónomo para la banda. Nos acordábamos del mismo batería en la formación que trajo el pianista Eddie Palmieri ya hace unos años en el mismo certamen musical.
Canciones como Lorena’s tango hacían las delicias. En un momento el Maestro Chucho suspendía la música y nos contaba algunos detalles de las canciones. Decía “Pensé que W. A. Mozart era cubano. Me lo imaginaba en una playa fumándose un habano, con una botella de ron y una novia linda… lo mismo para Santiago de Cuba que para La Habana” y sonaban las “versiones” en latín del bravo maestro clásico austriaco. Uno de los momentos más interesantes de la velada.
Conga Danza, de los más fuertes ritmos cubanos también dejaban un sabor de oro en el público. Un lucimiento especial de Roberto Vizcaíno Torre a la conga. Algunos guiños a canciones conocidas como Spain y todo se prestaba para el pase final. También sonó «¿Ustedes saben lo que va a pasar? Lo que va a pasar», comentaba sarcástico el Maestro de las teclas.
Continuaba el Maestro cubano: “Pero vamos a ver, la pregunta importante en estos momentos es ¿El bacalao lleva papa o no lleva papa?” La respuesta fue unísona y consistente. El bacalao con pan, uno de los grandes clásicos del género y de la banda, atracaba como un barco en la mente de todos y hacía del Auditorio de Tenerife una fiesta latina.
Bis final y vuelta al escenario para saludar y canción: Sí, Sí Irakere… era la consigna de la fiesta y del baile. La gente hacía dos canciones que ya no se quedaba sentada en su sillón. Guiños al mundial de fútbol incluido por el cantante de la noche.
En definitiva, positiva noche que hace arrancar el Festival Internacional Canarias Jazz & Más músicas creativas en la edición 33 de este año 2024 y que hubiera sido más redonda en relación a alguna consideración ya mencionada ¡Qué siga el espectáculo en teatros y plazas de las islas!
Foto: Luz Sosa
Texto: Canción a quemarropa