Foto: Ale Megale. Texto: Leo Minax. Sí, ya son treinta años viviendo en Madrid. ¡Casi nada!… Y nada mejor que un disco junto a amigos para celebrarlo. Treinta es un número redondo y elocuente. Este disco es el gesto que acompaña un alto en el camino, y que mira en perspectiva todo ese tiempo pasado.
Cuando el tiempo pasado crece, ocupando espacio y acumulándose con implacable regularidad, la perspectiva del futuro cambia. Ahora hay más tiempo pasado que futuro. Empecé a pensar el pasado a partir de esa condición, de sus consecuencias para la adaptación a una irremediable idea de futuro, cuando este se va haciendo cada vez más delgado y más próximo. Veo, en primer lugar, que todo ha pasado muy rápido…
“Trinta” es una forma de reiterar mis vínculos con una ciudad que me enredó desde el primer momento, que me propuso una manera de mirar, de sentir, de hacer música, de escribir. En Madrid empecé a conocer mejor la música de Brasil, más allá de la que traía en la mochila cuando llegué. Aquí pude trabajar junto a músicos de Rio de Janeiro, de Bahia, y de otras partes de Brasil, aprendiendo mucho de lo que me ayudaría posteriormente en mi formación musical.
Esa mirada a mi pasado madrileño tiene ese primer aspecto, aparentemente contradictorio, pero decisivo para mí: un acercamiento con menos prejuicios y menos superficialidad a la música de Brasil, ese país tan diverso e inabarcable. Antes de viajar a Europa, había sido un intermitente estudiante de música. Decidí volver a estudiar en Madrid, para entender la música que venía conmigo.
La que yo intentaba componer y la de mis referentes. La música de Minas Gerais, especialmente la del Clube da Esquina, era quizás la que más influencia había tenido en mis canciones durante aquellos tiempos de adolescente en Belo Horizonte. Desde Madrid he podido llevar mi música a países lejanos, un enorme privilegio. Ya se sabe que la música es universal… Pero en lo que se refiere a la canción, y a mi experiencia personal en el desarrollo de este formato musical específico, Madrid ha sido muy importante en mi formación. En la ciudad he conocido a muchos artistas, con los que he podido compartir y aprender, y que también me animaron a escribir y cantar en castellano.
He podido, además, viajar a muchos lugares de Iberoamérica, donde me encontré con el castellano en sus diferentes versiones y acentos, y donde he podido establecer y desarrollar encuentros creativos alrededor de un idioma común, con la riqueza de su enorme diversidad. Por eso Madrid supone para mí el centro, la clave de la posibilidad de inmersión en ese ámbito tan rico y prolífico que es el castellano.
Adoptar el castellano y desarrollarlo como herramienta creativa me ha ofrecido una perspectiva muy distinta de mi idioma originario, el portugués, que siempre ha estado naturalmente en mi música, en mis venas. A partir de esa mirada personal hacia la lusofonía, mirada preñada y contaminada con muchas e inevitables sinapsis de un nuevo idioma aprendido y filtrado en Madrid, constato muchas veces la posibilidad y la necesidad de un diálogo profundo, complementario y enriquecedor, entre las dos lenguas.
Un diálogo entre formas diferentes y a la vez cercanas de expresión y sensibilidad. “Trinta” no es un disco temático. En él tampoco hay unidad conceptual. Algunas canciones surgieron inspiradas en esas reflexiones sobre el tiempo, sobre el sentido de pertenencia a un lugar, a una cultura, de su importancia para la obra de un artista. Otras canciones del disco simplemente desatan más reflexiones y, sobre todo, me animan a seguir adelante.
Madrid siempre tendrá algo que decir a través de mi música. Aunque la cante solamente en portugués, tal como he hecho en este trabajo. Después de todo, “Trinta” sólo quiere ser una forma de agradecimiento a los que han sido parte de mi trayectoria, a los que han sido parte de lo que he vivido con la música, aquí y en otros lugares, a partir de esa privilegiada e inspiradora atalaya madrileña.
“Trinta” es una mirada al pasado de un músico que quiere seguir celebrando el presente, haciendo música con el cariño y la ilusión de siempre. ¡Gracias!