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Extraordinaria cita la vivida el pasado viernes 6, en el comienzo de las actuaciones del XXVII Festival Canarias Jazz & Más Heineken tras el paso de 3 formaciones de bastante peso específico a pesar de su juventud.
Fueron los casos de Atlantic Jazz Lab, Christian Sands y Keyon Harrold. El concierto comenzó 15 minutos después de lo programado. En el caso de la agrupación canaria, Atlantic Jazz Lab, capitaneados por el trompetista orotavense Natanael Ramos y secundado por una banda de excepción de nuevos y contrastados talentos canarios como Claudio Marrero (saxo), Samuel Labrador (piano), José Carlos Machado (contrabajo) y Nasim López-Palacios (batería), cuajó un estupendo tributo a uno de los baterías más importantes de todas las épocas del jazz: Art Blakey. A ritmo de las canciones de los Messengers, que fueron la banda del citado percusionista, hizo las delicias del abundante público asitente.
Por su parte, vestido con una llamativa chaqueta blanca, el americano Christian Sands entró en escena y desde el primer momento dejó claro su dominio del arte del trío. Con una facilidad propia de su recientemente tributado Erroll Garner, Sands no se prodigó en palabras y sí en muchas notas. Notas que además iban todas correctas. Se podría llegar a pensar que el desparpajo musical conduce a una excesiva afluencia pero el antiminimalismo de Sands era sencilla y llanamente exquisito. Su destreza y la de su banda nos condujo a una de las citas más curiosas que se recuerdan en el bagaje pianístico del Festival.
No sólo Sands estaba a la altura requerida sino que también era de destacar la fluidez y solidez increíble de una banda formada por el bajista Yasushi Nakamura y el batería Jonathan Barber. Los tres artistas actuaban como una extraordinaria banda, un músculo de precisión artera cuando era preciso y una delicadez propia del género.
También llamó la atención el repertorio desempeñado por Sands. No se limitó a repasar canciones de sus propios lanzamientos sino también algún tema de músicos como el trompetista Roy Hargrove. En conclusión, una de las actuaciones llamadas a subir el ánimo del acontecer jazzero en las islas. Si tienen la oportunidad, no se pierdan a Sands y su máquina de ejercer placer sin aparente esfuerzo.
Keyon Harrold se trajo a una banda virtuosa de cuatro componentes que en absoluto estaban de relleno a su trompeta. Hasta se atrevió a cantar en un estilo muy parecido a Stevie Wonder. Recordaba algo a la última banda de Miles Davis, con teclados, casi siempre piano de cola aunque tuviese al lado uno eléctrico, guitarra eléctrica, bajo y batería, salvo su ausencia de saxofones u otros instrumentos de viento. Desde el inicio conectó muy bien con el público que fue avanzando poco a poco cerca del escenario a bailar su música por momentos hipnótica, llenándose por último de ‘bailadores’. Con sonidos y algún discurso de fondo pregrabado dejó claro su compromiso político contra el racismo y la violencia policial tan por desgracia presente en su país.
El sonido de su trompeta es muy potente y clara, con cierta melancolía reforzada por el piano que también recordaba un poco a Miles, no abandonaba por ello un tremendo ‘’groove’’. Los ritmos que lo acompañaban eran de todo tipo, lentos y rápidos, muy modernos y muy ‘’onda Nueva Orleans’’. El momento estrella, que fue cuando cantó, fue toda una sorpresa para los presentes pues se presentó muy tímidamente tras unas gafas de sol que más tarde abandonaría mientras se iba ‘soltando’ hacia el público muy entregado por último y para quien regaló un tema de propina. No hubo espacios huecos, de sobra, en todo el concierto. Buen Jazz actual, y muy jóvenes promesas. Extrema calidad gratis para el público en un espacio abierto incomparable. Todo un superlujo.
Sábado , 7 de julio
Myles Sanko resultó ser todo un crooner de la vieja escuela aunque no creo llegue a los 35. Voz grave muy cercana en estilo a Marvin Gaye, no dejó a nadie indiferente. Incluso en algunos momentos muy brillante. Su banda de Soul de mucha calidad con vientos, saxo tenor y trompeta, guitarra eléctrica, piano sonido Hammond eléctrico y otros sonidos comunes a este estilo musical, bajo eléctrico y batería.
Sanko logró levantar al público de sus asientos con sus canciones melódicas mostrando su gran poder de comunicación, aunque poco hablara en español, pero haciéndose entender totalmente. Sorprende mucho más en directo que en estudio. Aunque su onda fue casi todo el rato soul melódico sesentero y setentero de mucha calidad, algún tema subió de tono para bien y emocionó al público. Podía haber tendido más a la planitiud musical más cómoda pero no fue así, por suerte.
Jungle Fire captó al público desde el minuto cero. Un montón de músicos vestidos de blanco de diversas nacionalidades, colombianos, brasileños, estadounidenses, recordaron a muchas cosas de mucha calidad: Irakere, Santana primera época, Fela Kuti… Y un largo etcétera. afrobeat, reggae, rock, funky y hasta cumbia y salsa. Una cosa que no por ser ecléctica no tenía calidad como ocurre a veces, sino al contrario, que como no podía ser de otra forma poseía una fuerza rítmica potentísima.
A nadie dejó indiferente hasta casi las dos de la mañana. Mucha fuerza en el escenario desde principio a fin. Excepcionales en su estilo e imposible estar sentado.
Texto: Ananias Cohen y Héctor Martín. Foto: Luz Sosa (Christian Sands).