Muchos interrogantes se agolpaban en nuestra cabeza justo antes de que se apagasen las luces de Multicines Tenerife y disfrutásemos de una nueva sesión de Charlas de Cine, con Tenet. La última película del prestigioso director británico era plato de enjundia máxima y casi diría único para deleitarnos en un desierto cultural y fílmico de la paupérrima cartelera que nos dejó la crisis del covid19. Ineludible tajo global que golpeó salvajamente a ésta y otras industrias.
Rumores, como decimos, tantos que casi nos habíamos fabricado nuestra propia coraza anti revienta películas: prohibido hablar, leer y escuchar nada del nuevo film de Nolan hasta su visionado. Sin embargo, siempre se filtra algo y a veces demasiado. Se debatía en ciertos foros entre quienes creían que era otra nueva manera de entender el cine al que unos pobres mortales no llegábamos y quienes afirmaban que la trama era tan extraordinariamente retorcida que iba a lastrar la posibilidad de disfrutar del viaje, del metraje de 2 horas y 30. He aquí la película de James Bond y de Missión Imposible de Nolan. Y nos ha gustado más que la media de los films de estas longevas sagas.
Ni una cosa ni otra. Tenet, de palíndromo título y de similar resultado es una obra redonda que posee la notable escenografía y capacidad de Christopher Nolan. Tenet te agarra con esa fama de película difícil y de poca facilidad para el entendimiento pero como buen mueble sueco de la marca que estamos todos pensando tiene un conjuro relativamente fácil: seguir las instrucciones. Hay una escena vital en la película en donde la “M” particular de este James Bond de raza negra deshace por completo todo el entuerto. A partir de ahí solo hace falta recostarse en el carrusel que era la butaca segura del cine y a disfrutar. Por si eso no fuera poco el realizador, que no quiere atosigar y perder al espectador, separa las realidades por colores. Rojo y azul. Así todos siguen el hilo. ¿Es necesario el segundo visionado? Bueno, es recomendable. Porque en lo grueso cualquier ojo va a poder seguir la trama pero en los detalles está también aquí la diferencia y en esos pequeños matices hay oro.
El guion es un verdadero prodigio. Un precioso florido reloj con maquinaria precisa y artera. Es un armazón y un trabajo de orfebre. Muchos han comparado este trabajo con la película Origen pero nada más lejos de la realidad, más allá de algunos toques en común de líneas de espacio / tiempo que se entremezclan.
Otro de los puntos calientes es el trabajo actoral. Muchos de los críticos se quejaban del trabajo de los actores. Especialmente puestos en entredicho estaban el dúo de artistas protagonistas.
Robert Pattison (próximo The Batman) deja atrás sus noches vampiro para jóvenes para reverdecer las sensaciones que ya tuvimos con su labor en El Faro. John David Washington, de apellido ineludible en el cine de acción, cumple en su papel estelar. El hijo de Denzel muestra a un James Bond elegante, cínico en ocasiones pero con clase y digamos que moderno. Elizabeth Debicki hace un papel femenino por encima de muchas mujeres Bond que ya es decir. Y el malo ¡Ay el malo! Ahí está uno de los verdaderos chispazos de la película, con Kenneth Branagh. Su ruso plenipotenciario y millonario endiosado tiene momentos de retorcerse en la butaca.
La fotografía es otro éxito de la factoría Hoyte van Hoytema con el que Nolan ha colaborado desde hace bastantes años. Nada que objetar. Auguramos que esta colaboración mutua vaya a ser amplia, por muchas películas más, de por vida casi. La música con sus pasajes en reverso está quizás presente en exceso lo cual en algunos momentos resta algo de epicidad. De todos modos esto es también marca de la casa de Nolan con títulos como Interstellar o Dunkerke en donde usa el mentado soporte de tal forma.
Hay otra queja que tiene que ver con la construcción de personajes. Además de que pensamos que todos tienen su rol bien argumentado en ese sentido, nadie ha esperado ir a ver una película de la marca Bond y saber detalles de su vida, obra y milagros. El señor del Martini mezclado pero no agitado era un héroe con un puñado de habilidades, coches y relojes caros con mecanismos especializados y con un rotundo éxito con las mujeres: nada más. Pues bien, el Bond de Nolan es tan profundo que se enamora. Que es capaz de poner su misión en peligro por esa razón… y por nosotros ¡chapeau! Eso es construcción.
En definitiva, huyan de los que alertan de una difícil trama e inaccesible película de Chistopher Nolan, sigan medianamente las instrucciones y disfruten el paseo en la noria que Tenet propone al espectador que no es más que una exquisita película de acción.
Foto: promocional.