Para empezar, tenemos que precisar que no hablaremos del marxismo. A continuación, nos reiremos con este fenómeno. Efectivamente, cuando hay una cosa, también hay otra cosa. De la misma manera, cuando están los demás, también estaré yo. Y cuando no haya nada, sí habrá algo.
Seguidamente, haremos un guiño a los cinco principios del otro marxismo. Hemos decidido publicarlos como maxi-single en formato de vinilo emulando unos bigotes y unas cejas de dimensiones galácticas. Por supuesto, cuando hay unos principios, también están los otros principios. No obstante, cuando el sentido del amor rime con el sentido del humor difícilmente habrá otro nivel y podremos cantar al unísono: ¡qué nivel!
En el otro marxismo, la música y el derecho forman un tándem:
“La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música.” (Groucho Marx).
En el otro marxismo, la estética no acaba de cuadrar. Pero impresiona. Y mucho. En el otro marxismo no hay barbas ni bigotes. Y es que en el otro marxismo los bigotes son “auto-pintados”:
“Parad el mundo que me bajo”. (Groucho Marx).
En el otro marxismo, no hay solución para algunos problemas:
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.” (Groucho Marx).
En el otro marxismo, las fuentes primarias son “odnum led azelleb al euq nacraba sojo sol” (los ojos que abarcan la belleza del mundo):
¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos? (Groucho Marx).
En el otro marxismo, el punto intermedio entre el sexo y el voto de castidad es la sensualidad:
¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? (Groucho Marx).
Jaime Díaz Fraga es abogado en ejercicio desde el año 2004. Tiene su despacho en la Calle H. Rguez. González, número 4, (Tomé Cano) Santa Cruz de Tenerife.
Foto: promocional (Groucho Marx).