Otra velada más para el recuerdo en el marco del Festival Internacional Canarias jazz & Más y van unas cuantas. En este caso le tocaba el turno a dos extraordinarias bandas en sus sendos y particulares estilos, por una parte Óscar Peñas y por otra The Buttshakers.
El concierto empezaba casi puntual, 5 minutos después de las 8 de la tarde en el Espacio La Granja de Santa Cruz de Tenerife, y desde el comienzo de la cita nos dimos cuenta del interesante juego: la base rítmica realizaba un lujoso lecho en el que se asentaban tanto el guitarrista catalán residente en USA, Óscar Peñas, como la violinista Sara Caswell.
Tanto Óscar como Sara habían dispuesto toda la calidad musical posible para encandilar a los asistentes. Los primeros, Moto Fukushima, al bajo eléctrico, y Kendrick Scott, a la batería, dieron muestra también de unas posibilidades técnicas de verdadero lujo. El público que llenaba el Espacio recién remozado hasta el límite de lo permitido por el covid19, coreaba y aplaudía cada momento álgido del espectáculo.
El show incluyó canciones que el guitarrista había compuesto en el periodo de cuarentena causado por la pandemia de sobra conocida. De hecho, dirigiéndose al respetable comentó que de alguna manera habíamos sido tratados como “conejillos de indias” al ser de los primeros en comprobar la calidad del nuevo set list. Poco a poco iban cayendo algunos títulos de gran vigor musical, de gran rapidez de ejecución y otros más lentos en donde el concierto ganaba en especial preciosismo. TheSeventies o M.A.S. era de las iniciales y también hubo algunos con dedicatorias especiales como Chicken o Pasta e incluso la infalible Spaguetti Western que, como es muy evidente desde el título, evocaba los paisajes sonoros de las películas de Sergio Leone y las bandas sonoras al estilo Ennio Morricone.
Mención aparte merece la gran Extraordinary Ordinary, inspirada por Cecil Taylor después de una conversación de 2008, que fue otro de los momentos mágicos del capítulo nocturno.
Hora y algo de concierto excepcional. Síganle la pista.
¡Boommmmm! Explosión musical de ácido de soul, rock, reggae y sobre todo mucho funk y del bueno. Un combinado verdaderamente rico de variedades en este curioso e interesante catálogo. Si alguien estaba buscando momentos íntimos y valorativos de la trascendencia humana se equivocó de concierto. Ciara, la cantante, lo dejó claro en algún momento de la noche: canciones en donde abunda el buen rollo y para ser feliz. Aquí había caña desde el minuto uno y supuso el típico espectáculo para plaza de pueblo que pone a bailar a toda la concurrencia. A lo mejor era ese su hábitat habitual en el caso de que no hubiéramos estado en la consabida pandemia.
Ciara Thompson se puso a las espaldas a su banda y ya no paró en todo el concierto. Hubo baile, movimiento, cantos antifonales de preguntas y respuestas y todo un excepcional grupo de trucos que hizo que la gente se divirtiera de lo lindo.
Hay que destacar a la pareja de vientos, saxo barítono (que usó la flauta también de manera ocasional) y trombón, que fue punta de lanza fundamental para darle potencia al show. Por otra parte, la base rítmica certera y asincopada convenientemente cuando hablamos de estos estilos musicales. Repertorio que rendía tributo a clásicos de los diferentes géneros, como por ejemplo en el homenaje a Betty Wright en el cual interpretaron Clean up Woman, el momento más “blues” si es que cabe esa expresión. Para finalizar la hora de concierto la reconocida Land of 1000 dances de Wilson Pickett, la invitación perfecta para que se acabase en alto una actuación nítida y llena de fuerza.
El hecho de que el concierto hubiera sido en un teatro creó una especial atmósfera. El sonido fue perfectamente nítido y es algo de apuntar en el lado positivo ¡Felicidades a The Buttshakers!
Foto: Luz Sosa (Festival Internacional Canarias Jazz & Más).