No queríamos perder la oportunidad de escribir sobre West Side Story, el remake de la mítica película musical que ha elaborado después de tanto tiempo el Mago del celuloide, Steven Spielberg. Dicen las afiladas lenguas de Hollywood que el Rey Midas siempre ha querido acercarse al género del musical y que lo intentó en varias ocasiones en su carrera y nunca había encontrado el momento propicio. En ese sentido, a la vejez le llegó la oportunidad, o la buscó él, vaya usted a saber.
La verdad es que el director nacido en Ohio hizo muy bien cogiendo el toro por los cuernos y llevándose a su terreno un musical tan difícil, y tan particularmente querido en la historia del celuloide.
West Side Story le gusta a todo el mundo. El público suele caer cautivo, quizás por su guion simple y fácilmente entendible además de universal, quizás por su banda sonora que es absolutamente reconocible en cualquier momento. En la cinta original (R. Wise, 1961) nos entusiasmaba la parte en que Carreras cantaba María, sin ir más lejos.
Y, por supuesto, esta nueva cinta tiene muchos momentos muy brillantes. Spielberg se hace con un cast que no tiene ningún nombre especialmente rutilante, pero en donde actúa cada cual como debe. Y eso es de valorar. Cada actor y actriz cumple perfectamente su cometido, arrojados al drama y siendo frágiles cuando la cinta así lo precisaba. Spielberg además se luce con virguerías desde la cámara. Nos gustaron especialmente ciertos planos contra planos con picados –éstos últimos dedicados especialmente a María- y contrapicados que nos contaban más de los protagonistas que el propio guion.
Un drama de amor, aderezado con la inmigración, con el odio racial irreconciliable y con la banda sonora –en esta ocasión adaptada a los nuevos tiempos brillantemente por el venezolano Gustavo Dudamel-. Nos ha parecido especialmente destacable el cambio en la primera estrofa cantada del mítico tema “América”. La versión publicada en el año 1961 era bastante más dura, llegando a decir que “Puerto Rico, devoción de mi corazón, hundámosla de nuevo en el océano”.
Puerto Rico
My heart’s devotion
Let it sink back in the ocean
En este caso, se dulcifica pero quitando eso es verdaderamente respetuosa con la original. Y es una delicia. Porque además las coreografías funcionan como un verdadero cañón. Cada momento, el espectador que probablemente conoce la cinta al dedillo, se deleita con las canciones conocidas y espera cada instante para disfrutar de la misma.
Además, no se limitaron a copiar escenarios ya conocidos de la anterior. Cada canción está vuelta a ser pensada en la gran pantalla.
Recapitulando, guión, casting y selección de actores, bailes, banda sonora, cantantes e interpretación, todo funciona con la precisión de un reloj suizo. ¿Qué podría fallar? El doblaje. El doblaje tendría que haber sido confiado a dobladores de Puerto Rico. Cuando los personajes de esta procedencia son doblados se ha cometido un tremendo error que para mí por lo menos lastra el magnífico acabado de esta película. Era tan fácil como acudir a fuentes originales. Parece que alguien pensó que marcando un acento, ya era suficiente. Ardo en deseos de volverla a ver pero en esta ocasión en Versión Original, para confirmar que los estadounidenses no han caído en este error.
Sin más particular, muy recomendable nueva obra de Steven Spielberg que llevaba un tiempo siendo dispar en sus resultados. Parece que este remake de West Side Story hace reverdecer los laureles de este viejo lobo de mar que bien nos ha apasionado siempre, tanto con un Tiburón como excusa como con ET, el extraterrestre.
Foto: Promocional de la película.