Por fin tuvimos tiempo de ver Tár la película protagonizada y producida ejecutivamente -al menos en parte- por Cate Blanchett y dirigida por Todd Field, un todoterreno del mundo del cine que recordamos hasta como actor en la última película de Kubrick, aquella inolvidable Eyes Wide Shut. Tár es la historia de Lydia Tár, una estelar directora de orquesta que brilla en el universo musical hasta el punto de ser la responsable de una de las más importantes sinfónicas del mundo, desde Berlín, Alemania.
Tár tiene más aciertos que errores y no cabe duda que estamos ante una película que la veterana Cate Blanchett se echa a la espalda, como se suele decir en argot cinéfilo. Ella se lo guisa y se lo come pero también cuenta con sabios apoyos con un reparto que cumple con creces su función. Nos referimos a Nina Hoss -como pareja de la protagonista-, Noémie Merlant, Mark Strong, Sydney Lemmon, o Sam Douglas.
En el film conviven muchas líneas argumentales que cohabitan y son a cada cual más interesantes. Por ejemplo, sentimos como ella está bajo la oportunidad de grabar uno de sus álbumes más importantes y destacados. Paralelamente, el personaje encarnado por Blanchett conduce el destino de la Orquesta con un puño de acero y porque no decirlo con un poco de nepotismo. De eso va en rigor y en parte la película, de los desmanes de quien ostenta el poder. No olvidemos que llegar a la cima no es suficiente, es necesario saber utilizarlo de manera responsable y, porqué no decirlo también, ecuánime, con justicia.
Sin embargo, dadas esas bases Tár va más allá pues no juzga unos acontecimientos sino se pone como objetivo ser fiel testigo de cuestiones que van sucediéndole a la protagonista. En la película se narra como puede encajarse la crítica destructiva y sobre todo la cantidad de juicios sumarísimos que se acostumbran a dar de manera habitual en las redes sociales. Condenas sin audiencia previa, sin pruebas ni miramientos. Ríase usted de los editoriales que por lo menos dependían de periodistas visibles y que apostaban su honorabilidad y credibilidad a la hora de hacer titulares con más o menos fiabilidad. Un día eres Maestro de una gran orquesta y el día siguiente estás trabajando para escolares sin futuro. Esa es la verdadera clave de la película y a nuestro juicio, acierta.
Nadie se pregunta si realmente la protagonista hizo todo lo que se comenta. A nadie le importa donde acabará esa desdichada a la que van a poder hasta echar de su trabajo, arruinar su relación homosexual e incluso perder la relación con su hija adoptiva (Petra), a la que tanto quiere.
Fuente de la foto: Facebook de la película.
El juicio y la sentencia están fijas en los pocos caracteres que caben en un tweet o en tantos o cuantos retweet. Traiciones varias hacia la “dictadora” que es a la vez directora de Orquesta. Una suerte de caída libre de la protagonista porque ya sabemos que a la hora de la verdad los éxitos tienen muchos padres y los desastres -sean reales o no, es lo de menos- son bastantes huérfanos. De hecho, en una de las escenas más duras pero a la vez tiernas del film es cuando dice de manera denodada que una Orquesta jamás es una democracia.
La película tampoco deja de dar ciertas puntadas sin hilo con respecto a la relación que tiene con la prestigiosa discográfica alemana que nombra. Famosa donde las haya, Deutche Gramophon, ¿Van a editar en vinilo o cd? ¿Van a escucharse los masters en wave? Es un lujo para cualquiera que haya trabajado mínimamente en el profundo mundo musical.
Y como no podía ser todo de color de rosas siguen habiendo dificultades desde el punto de vista del metraje. Hubo alguna suerte de desfase a la hora de medir el tiempo con el que transcurre la película. Pensamos que una medida del tiempo más corta hubiera facilitado la digestión de una historia que tiene aristas y personajes de calado. Sobre todo porque en una fase de la película vuelve a recurrir a dejar evidentes cuestiones que están claras desde el primer momento. Refuerza algunas cosas ya conocidas.
Otro acierto de la película reside en la banda sonora. Una película con este significado tenía que lucirse en estas lides que siempre son tan procelosas. Preferiblemente no siendo invasiva. En este cometido estuvo la siempre efectiva de Hildur Guðnadóttir, finesa, que recordamos con especial sensibilidad en su trabajo de The Joker.
En definitiva, película realmente disfrutaba en líneas generales, especialmente indicada para los que disfruten de la actuación de actrices de raza y con carácter como es el caso de Cate Blanchett que parece que va lanzada a ganarse la estatua del Óscar casi sin discusión. Ella monopoliza todos los mejores momentos y la verdad es que sale vencedora. Interesante trama y guion que es de donde deben surgir las mejores historias.
Foto: fotograma de la película.