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Exquisita y ecléctica cita en la Plaza Salytien de Adeje, en el día de ayer, en donde el Festival Internacional Canarias Jazz & Más volvía al sur de las islas, en este caso de Tenerife. La actuación empezaba agradecidamente puntual, a las 20:30 horas, el sol iba desapareciendo paulatinamente del horizonte, dejando un espectáculo visual y musical para enmarcar y el menú en ese enclave estaba claro y meridiano: moderna música europea y música latina y afrocubana, Mo van der Does + Richard Bona y Alfredo Rodríguez ft. Michael Olivera.
Mo van der Does – Motet
Mo van der Does, saxo alto, se subía con su formación al lujoso escenario de Adeje con las ideas claras; iba a repasar un repertorio de composiciones complicadas y con la idea de que en su banda hubiera una idea coral. Sonar probablemente como una big band, siendo realmente un septeto.
En la formación resalta no sólo el trabajo compositivo del mentado Mo van der Does, sino la labor de un grupo que consigue ese ambiente en ocasiones moderno, en otras free y que tiene como alto valor la sensación de armonía en la anarquía. Nueva música europea, al máximo nivel. El grupo también está compuesto por Mathias van den Brande, al saxo tenor, Jessie Breve, al clarinete bajo, Suzan Veneman, a la trompeta, Floris Kappeyne, piano, Wouter Kühne a la batería y Tijs Klaassen, al contrabajo. Músicos jóvenes pero sobradamente preparados, por lo menos a tenor de lo demostrado en los últimos compases de luz del pasado sábado 8 de julio en la popular plaza.
En muchas ocasiones florecieron los solos, siempre de lujo, tanto del belga Mathias van den Brande como de la clarinete bajo Jessie Bravé, por ejemplo. Sin ir más lejos, Mass for the infidels -que está incluida en el nuevo disco de la formación que dirige van der Does- empieza con un solo de Jassie que le da verdaderamente un envoltorio de lujo a la pieza.
Una hora larga de concierto que hizo bastante más que abrir boca para lo que nos esperaba con Richard Bona, Alfredo Rodríguez y Michael Olivera. Concierto de alto nivel.
Richard Bona y Alfredo Rodríguez ft. Michael Olivera
Desde los primeros instantes también tuvimos claro lo que Alfredo, Richard y Michael iban a ofrecer en la tarima del Festival Internacional Canarias Jazz & Más músicas creativas, un extraordinario y refrescante batido de sones cubanos, latinos, africanos y todo ello con la capacidad extraordinariamente reforzada de éstos sensacionales músicos. Desde que el trío empezara con los primeros toques de Ay mamá Inés, los músicos del Camerún y de Cuba (Alfredo vive en USA desde hace más de una quincena de años y un tanto de tiempo igual Michael en Madrid) ya se habían puesto a la concurrencia en su bolsillo. Y ojo que lo más fácil era dar un pasito de baile y olvidarse de manera injusta del extraordinario lecho de música que estaban elaborando.
El segundo paso del concierto fue Gitanerías, una composición de Alfredo añadida en su disco de hace unos seis años, Tocororo. La sapiencia de Rodríguez, Bona y Olivera se agudizaba y se afinaba, se hacía culta y se hacía asequible, todo a partes iguales.
El africano residente en Francia, Richard Bona dista mucho de ser un desconocido para el público de Canarias. Ya ha llovido desde que visitara el Festival, en 2008, con aquel agradable proyecto que tenía con Lokua Kanza y con Gerarld Toto y su frescura y originalidad está fuera de toda duda. El repertorio fue cuidadosamente elegido para asombrar y engatusar a una plaza con una combinación exquisita entre lo bailable y lo calmado. Bona es además de un reputado bajista un genial cantante y lo demuestra. Con versiones en su idioma natal de los clásicos de Cuba ya hubiera tenido para llenar una lista más que competente de canciones.
También sonaron temas como Raíces, de autoría de Alfredo Rodríguez que según sus propias palabras le propuso como dúo a Bona cuando ambos se conocieron, gracias a la intervención de su mentor -y yo diría que de ambos-, el laureado músico Quincy Jones.
La conexión con el público fue total. Bona es un caballero que conoce cualquier escenario y en consecuencia actúa. En cierto momento notó música de un bar que está queriendo hacer competencia con sus bafles a la actuación propiciada por el Festival, y sonrió y vino a decir, “Pacooooo, baja la música que enseguida acabamos”, con la conveniente risa generalizada.
En un momento, tanto Bona como Olivera bajaban del escenario para hacer un pequeño descanso y dejaron sólo a Alfredo Rodríguez para que se diese de manera nueva magistral a sus teclas y a su piano. La maestría asombraba hasta al más inquieto de los melómanos. El descanso solo había resultado una treta para seguir reconociendo la sobrada capacidad del pianista, un exquisito toque.
A estas alturas del “partido”, la gente ya no estaba meramente sentada en las butacas municipales. El público estaba enfervorecido tomando la pista de baile y quizás calentando el ambiente para disfrutar posteriormente de los atractivos nocturnos y turísticos de la zona.
Para finalizar una gran versión de El Manisero, en medley con Guantanamera, y con una muy particular versión de Alfonsina y el mar, en donde el bajista dejaba su instrumento y se esforzaba a cantar. Con ese bis, el concierto concluía y se acababa una variada noche para el ensueño.
Foto: Rubén de Cándido (proporcionada por el Festival)