La formación de Países Bajos Metropole Orkest (MO), bajo la dirección de Miho Hazama y la importante colaboración de la cantante y pianista Kandace Springs, de melena rizada imposible, realizó el pasado domingo 16 una excelente colección de canciones que redondeó la velada. Fue en el marco del Festival Internacional Canarias Jazz & Más y tuvo lugar en el Auditorio de Tenerife, en su Sala Sinfónica.
54 miembros, con una impresionante sección de cuerdas, que ya estaban en el escenario desplegados, esperando a la hora de inicios de las operaciones musicales que estaba fijada a las 8:30 de la noche y sólo esperaba a la conductora de la banda, la estelar Miho Hazama.
Los espectadores poblaron las gradas del teatro en un 65% de capacidad, aproximadamente. La Metropole Orkest arrancó así una velada que estaría basada en canciones que podríamos considerar medios tiempos, voladas dulces y ricas que entraba de manera igualmente delicadas en el paladar del espectador. Sin un exceso de contrapuntos rápidos en el repertorio, la MO era una máquina de embelesar y de satisfacer las aspiraciones del fan más acérrimos. Dadas estas circunstancias, lo mejor era acomodarse en el respaldar del asiento y dejarse llevar.
El concierto comenzó con Miracle Child, una canción que cuenta con los arreglos del prestigioso músico Vince Mendoza. Mendoza suele trabajar con grandes orquestas y big bands y era un placer dejarse seducir por el masaje de sonido que estábamos recibiendo. Hubo interesantes participaciones y solos desde la línea de saxos. Después de la canción, Miho empezó a presentarse en español y después de una breve introducción hizo pasar al escenario a la cantante y pianista de la localidad de Nashville, Tennessee, 1989, (USA). Al respecto, directora y vocalista, bromearon sobre su procedencia y la importancia musical que ello comporta.
Hubo momentos muy exclusivos, muy interesantes, y debemos destacar la ralentizada versión que sonó de The Devil May Care. Los violines daban profundidad al sonido que se podría considerar de lujo asiático. También hubo hueco para composiciones propias , canciones que han formado parte del trabajo de Kandace para discográficas para la prestigiosa Blue Note Records. En ocasiones Kandace se sentaba en una silla y en otras se lucía al piano mientras cantaba. Ese era el juego.
Hubo ocasión también para disfrutar de una exquisita intro de trombón en Rain Falling, repertorio propio nuevamente de Kandance. La cantante avanzaría también algún tema que dará título a su próximo disco que tiene intención de publicar en el final de este 2023.
Kandace citó como influencias más importantes a músicas como Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Norah Jones, Eva Cassidy, Roberta Flack y Nina Simone lo que se traduciría – en el caso de éstas últimas habría un refuerzo especial que ya explicaremos. También nos sorprendió con Run your race, un tributo al padre de la cantante que lo ha pasado mal con la enfermedad para finalizar muriendo.
Una de las cuestiones más interesantes del concierto era en los momentos entre las canciones. Miho aprovechaba para “entrevistar” de manera distendida a Kandace Springs y así nos íbamos familiarizando con las inquietudes de la gran cantante. Aprendiendo detalles de las canciones que se ofrecían y finalmente la banda conseguía un feed back que convencía al respetable. Sonaba el primer plato de Flack, First time ever I saw our face. Preciosa, redonda nuevamente. Qué prístina y limpia quedaba también ahí la Metropole.
Después de una hora y veinte de concierto empezarían a amagar tanto la directora como la cantante en salir del escenario. Kandace Springs bromeaba con el volumen de sus rizos haciendo que volvía a salir para que entre aplausos le pidieran el coreado finalmente “otra, otra”. Y fue entonces cuando interpretaron el archiconocido Killing me softly with his song de Roberta Flack y ya después sólo a piano y voz, un alucinante tributo a Nina Simone que supuso el colofón final, el bombón de licor de la noche. La destreza al piano de Kandace fue tan extraordinaria en esta última pieza que nos dejó deseando un nuevo concierto a teclas y voz, quizás con cierta velocidad mayor en las composiciones.
En definitiva, la velada mereció la pena. Fue una noche muy particular, memorable y especialmente indicada para los amantes de las baladas y del medio tiempo. Hora y media de espectáculo con una formación que superaba la cincuentena de músicos y que lograron unos efectos sencillamente únicos. El aplauso y la cara de complicidad, así como las ovaciones del público asistente fue testigo absoluto y elocuente de lo sucedido.
Fotos: Luz Sosa (del facebook del Festival Internacional Canarias Jazz & Más).