Todo comenzó en una clase de composición: Julián Solarz estudiaba con Guillermo Klein y su maestro le sugirió que le echara una mirada a una pequeña pieza firmada por un tal Frederic Mompou, a quien Solarz desconocía absolutamente. Desde ese momento, la fascinación y la identificación fue total. Mientras componía y redondeaba el repertorio de música original que derivó en su primer disco (“La palabra no dicha”, una frase del compositor catalán), Solarz fue sumergiéndose en su obra.
Poco después, Julián Solarz decidió meterse de lleno en el mundo de Mompou para encarar un proyecto dedicado íntegramente a su música, habitualmente interpretada en ámbitos académicos pero muy raramente abordada desde la música popular (y mucho menos, en Argentina). De esta forma nació el proyecto y concepto de un disco que gira en torno a las características principales de la música de Mompou (colores y texturas armónicas nuevas, libertad tonal y modal, economía de recursos, el uso del silencio) y la búsqueda de trasladarla, adaptarla y plasmarla en una sonoridad jazzística contemporánea, popular pero con anclaje en lo académico, arreglada pero llena de espacio para la improvisación.
«Música callada Nº 11» es un avance del disco «Resonancia – Música de Frederic Mompou» que se publicará el 25 de enero de 2024. La pieza sobrevuela un aire de candombe en métrica irregular, sin solos ni improvisación, y con los mínimos elementos y dinámicas de la pieza original.
«Resonancia – Música de Frederic Mompou» se inició con el estudio y la selección de piezas (originalmente, para piano) que se prestaran a la transformación y fueran flexibles para jugar con la orquestación, los arreglos y la improvisación sobre su armonía y forma, siempre respetando el espíritu de cada una y las notas escritas por el compositor. Así se crea un clima general de cierto «minimalismo impresionista» con ambientes calmos y melodías muy cantables que alternan con secciones tensas e inestables. El repertorio fue abordado a través de 2 procedimientos bien distintos: unas piezas fueron arregladas y orquestadas con toda la música escrita y pautada con indicaciones puntuales; en otras, el grupo improvisa sobre la misma partitura original en el atril de cada músico.
Muchas de las piezas elegidas están originalmente pensadas por Mompou con un ritmo rubato y sin una pulsación definida. En muchos casos, el trabajo de Solarz se centró en la reelaboración rítmica para encontrar un “groove” o base sobre la que mover y hacer cantar al grupo.
Foto: DANIELA HAIKINS