Santa Teresa de Jesús es un óleo sobre lienzo, pintado alrededor de 1650, y atribuido al célebre pintor sevillano del barroco Bartolomé Esteban Murillo. Perteneció a la antigua colección de los condes de la Vega Grande y Guadalupe y permanece en la Casa de Colón, en cesión por parte del Gobierno de Canarias para el futuro Museo de Bellas Artes (MUBEA). Francisco Javier Pueyo Abril, conservador de la Casa de Colón y profesor de Historia del Arte de la UNED Gran Canaria, propone el día 30 de enero, a las 19:00 horas, analizar esta misteriosa obra dentro del ciclo ‘Miradas a la colección’, el programa que repasa, de la mano de un experto, las principales piezas que atesora el museo americanista de Vegueta. La cita es a las 19:00 horas, con entrada gratuita.
En este cuadro, que formó parte de la exitosa exposición ‘Isla de arte. Una colección para el Museo de Bellas Artes de Gran Canaria’, su autor capta fielmente la sencillez y humanidad de la Santa. Fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzos en 1562, aparece de pie, con gesto suplicante, mientras la serenidad de su bello rostro conjuga con el éxtasis de sus ojos. Su mirada se dirige hacia el cielo, donde tiene lugar un rompimiento de gloria al que se asoman varios angelillos. Vestida con hábito, sostiene con delicadeza una pluma, dispuesta a escribir sobre un manuscrito donde puede leerse la firma del artista ‘B.M’ y su fecha de ejecución, ‘1650’.
Según describe pormenorizadamente el catálogo de ‘Isla de arte’, sobre la mesa y a sus pies, podemos observar una gran cantidad de libros. La lectura de libros de caballerías y vidas de mártires y santos fue el sustento de su alma, convirtiéndose en la gran representante de la poesía mística española. El cráneo, reconocida vanitas, nos recuerda la vacuidad de la vida pues la muerte, forma también parte de ella.
La escena presenta influencias del maestro Zurbarán, del que Murillo recogerá unas figuras de mayor laxitud en sus gestos y el tenebrismo que envuelven sus composiciones. También del maestro Ribera, del que adquiere dotar de una notoria belleza a sus modelos femeninos.
Destino americano que recaló en Gran Canaria
El cuadro forma parte de la colección un lote de seis cuadros atribuidos al gran maestro sevillano del Barroco. Fechados en 1650, un año trascendental en los inicios de la producción artística del pintor sevillano, este lote, que tenía como destino América, terminó en manos de una familia acomodada de Gran Canaria. Con el dinero recaudado con esta venta voluminosa, el joven artista andaluz pudo trasladarse a Madrid, donde terminó por convertirse en uno de los genios de la pintura barroca española. Insertas en este contexto artístico, este tesoro inesperado engrandece nuestro patrimonio cultural, depositado en la Casa de Colón por el Gobierno de Canarias para el futuro Museo de Bellas Artes de Gran Canaria.
Foto: obra en cuestión.