La gestación de Magari se remonta años atrás, en el pequeño pueblo de Pedra, en la Cerdanya (Catalunya), donde Iván Garriga y Liv Hallum coincidían en ocasiones esporádicas debido a la buena amistad que existía entre sus respectivas familias. De aquellos encuentros accidentales nació una profunda amistad y una comprensión mutua que supuso el punto de partida de una formación que aún perdura.
Los inicios de su trayectoria se fueron consolidando gracias al trabajo que había para los músicos de la zona en esos momentos: mercados y ferias, bailes de plaza y fiestas mayores. A través de esta práctica, la formación ha pasado más de una década dedicada a la interpretación de géneros y melodías tradicionales, un legado de los viejos acordeonistas del Pirineo, accesible gracias al trabajo de musicólogos e ilustres estudiosos como Artur Blasco, que han sido un auténtico puente – y pozo – de conocimiento para las nuevas generaciones de músicos.
Después de beber durante años de esas raíces, la formación decidió adentrarse en un viaje compositivo que parte y respeta la esencia de los géneros tradicionales del baile y sus estructuras, pero que propone la mirada personal de dos amigos que buscan una sonoridad propia. La mayoría de los temas originales que se encuentran en el nuevo trabajo discográfico son obra de Liv, quien, tras un año viviendo en Italia, experimentó una lluvia de melodías provocada por la nostalgia de su hogar. Estas melodías serían arregladas y publicadas como un dúo de acordeón y violín junto con Iván.
En esos momentos, la formación – todavía sin nombre – viajaba a menudo a Italia, donde participaba en festivales de música tradicional. Fue en esos viajes donde escuchaban con frecuencia una palabra que llamaba mucho la atención de ambos músicos: magari, que en italiano significa quizás, ojalá, pero que también puede significar una serie de cosas intraducibles que hacen referencia a la expresión de un futuro incierto, un deseo o una conjetura similar al inshallah en árabe. Por accidente y gracia, el nombre se fue quedando ligado a los dos músicos hasta hoy, siendo ya inseparable de la propuesta.
Escritas las melodías y hechos los arreglos, la formación buscaba la manera de rendir homenaje a las cosas que conforman su vida junto con la música y, para hacerlo, decidieron grabar una serie de sonidos domésticos, a través de los cuales, uno puede penetrar sonoramente en Ca l’Arajol de Pedra; casa de Liv. Una casa donde tantas veces la formación ha ensayado, compartido almuerzos y momentos en compañía de su gente. Una casa, sin embargo, que son todas las casas, y la evocación de la importancia que tienen las pequeñas cosas cuando hacen, de cada día, una vida llena de cosas. El hecho de grabar los sonidos de una casa quería, por un lado, dar voz a las maderas viejas, la cafetera y la estufa de leña de una casa del Pirineo, pero también quería hablar de los ruidos que acompañan cualquier vida en el interior de cualquier casa.
Las canciones del disco de Magari:
1.La principessa (mazurca), una mazurca en la que el fuelle del acordeón (sin ninguna nota) imita una respiración humana en un lugar onírico al amanecer.
2.Llargia eta eguzkia (fandango y arin-arin, pertenecientes a la música tradicional vasca), interpretados con la colaboración en las percusiones de Martí Hosta. Los dos temas marcan el inicio del día con el encendido de la estufa de leña y los sonidos cálidos del fuego.
3.Arrel (rondeau en pareja), sencillo del álbum que cita el mundo de la mañana, el huerto, la azada y el canto de los pájaros del entorno más inmediato.
4.Magari (vals a cinco tiempos) nos sumerge en el mundo juguetón de Pepino Pacual, con todos sus juguetes y su virtuosismo que nos arrastra al interior de una caja de herramientas, un trastero o un circo de juguete. El vals es a cinco tiempos y lleva el mismo nombre que la formación.
5.Limerick (schottis), la formación se traslada a los barrios de Limerick (Irlanda), residencia temporal del violinista y testigo de una cierta influencia de la música celta en momentos puntuales.
6.L’hora del cafè (chapelloise) es una chapelloise doble y un canto a la sobremesa y al café, elemento imprescindible en la rutina de Liv.
7.Diumenge (vals familiar); descanso de Dios, séptimo día de la semana y séptimo tema del álbum. Un vals familiar que lleva el nombre del disco; sonidos de agua, lavadora y colada evocan un domingo perezoso entre piezas de ropa.
8.L’home llop (círculo circasiano), nos despierta una motosierra que rinde honor a Ulf, padre de Liv que és de origen sueco y se pasa el día en el bosque, como un lobo, cortando leña y haciendo otras cosas. Ulf en sueco significa lobo; de ahí el nombre del tema.
9.Lontananza (mazurca), unos minutos para la nostalgia; el humo, el fumar y la pena.
10.Euterpe i l’Esquella (bourrées a dos tiempos), un binomio de bourrées con cencerros de fondo.
11.Marededéu de les Neus (mazurca), una pequeña mazurca entrelazada con conversaciones de las dos madres de los intérpretes y compositores del proyecto. Quiere ser un elogio a la maternidad y a las madres de todo el mundo, una mención a la ermita románica de Arreu y Sorpe, la Marededéu de les Neus de las Valls d’Àneu, en el Pallars Sobirà (Catalunya).
12.Alabances (canción), es una pieza recopilada por Artur Blasco en el pueblo de Farrera, también en el Pallars Sobirà (Catalunya). Con letra original de Jacint Verdaguer y transmitida por Conxita de Cal Poblador como canción tradicional. El armonio y la inconfundible voz de Arnau Obiols nos acompañan en el cierre – casi en forma de pista extra- de «Diumenge», un viaje musical al interior de una casa del Pirineo, donde los sonidos cotidianos evocan un paisaje que ha formado parte de nuestra infancia y que, hoy en día, queremos entrelazar con nuestras melodías.
Foto: Berta Olivas