Con un reparto soberbio y un acabado estupendo está ya en las carteleras Conclave, la última película del director Edward Berger, un guion que es adaptación de una novela previa de Robert Harris realizado por Peter Straughan. El director alemán ya nos apasionó con su Sin novedad en el frente, un remake de una película veterana que tuvo su visionado en la plataforma Netflix hace unos años. Berger sigue en buena forma.
Conclave es una película difícilmente imaginable sin el impactante y efectivo reparto con el que cuenta. Una película “coral” aunque cuenta con un aval de entrada, el trabajo inagotable de Ralph Fiennes -que además carga con el papel de protagonista claro- pero también por una estupenda cobertura de otras estrellas de la pantalla, como los veteranos John Lithgow, Stanley Tucci, Carlos Diehz, Sergio Castellitto e Isabella Rossellini.
Los actos están linealmente organizados y han sido bastante cuidadosos -sospechamos- a la hora de disponer la elección de un papa desde la muerte de uno hasta la sucesión (fumata blanca). La película, que de otra manera sería muy aburrida, se esfuerza también de poner una suerte de líos de despacho, de conspiraciones, de descartes en mitad de la carrera papal y de sucesos que van poniendo a la “rueda de los caballos” a ciertas Santidades que se quieren sentar en el sillón de San Pedro.
De esta manera, el Sumo Pontífice es elegido a través de una y otra votación con diversas tramas de interés. Pronto (y de manera bastante evidente) se traza la ideología que siguen parte de los candidatos con más opciones que quieren “reinar” en el Vaticano. De un hachazo, y con varios comentarios que lo dejan todo claro se ve evidencia de la facción más cercana al progreso y al conservadurismo. Una iglesia que tiende al latín y otra al respeto de minorías.
Conclave se esfuerza también desde el punto de vista de la producción y de la realización. Hay momentos verdaderamente artísticos y nos enseñan de manera muy interesante las dependencias del encierro y la situación de tensión que pueden tener los protagonistas. Cada uno de los prelados tienen en sí un íntimo deseo de ser el elegido, aunque se tenga mínimas opciones. Han pensado incluso en su nombre como Papa.
La película va dando algunos pasos y giros que en ocasiones son muy acertados y otras no tanto, pero es evidente que pueden interesar a la concurrencia. Por ejemplo, el cierre del claustro es uno de los aspectos visuales más interesantes. Además, huelga decir que es un desempeño increíble desde el punto de vista del vestuario, siendo -nos da la impresión- de lo más fidedigna, sin soslayar el hecho de que se trata de una película. El misterio de la elección de Papa, contada por un film.
En definitiva, Cónclave es una película con una dirección genialmente llevada, una reproducción plausible de lo que puede suceder en el secreto de una elección Papal y un voto.
Foto: promocional de la película