
Nos acercamos a la última película de Steven Soderbergh (Atlanta, 14 de enero de 1963), Presence, con la casi certeza de estar ante un cineasta -guionista, productor, director- maduro y labrado habiendo imprimido su firma en films interesantes desde los años 90 y comienzos de los 2000. De su factoría creció y nació como las dos películas dedicadas a Ernesto “Che” Guevara y Traffic entre otras muchas. Ir a cierta película de Steven en una época era marchamo de calidad y de originalidad. Cuenta, además, en esta ocasión con el guion de David Koepp.
En Presence nos encontramos una película de presupuesto limitado y que pretende contar las peripecias de una familia con respecto a la historia no cerrada de un asesinato y quien vive en primera persona cada una de las rutinas y ocasiones es en primera persona el mismo e invisible fantasma. Oportunidad para Steven y para el operador de cámara para jugar de manera adecuada con cámara volante, flotante.
En la película encontramos además un reparto plenamente eficaz Lucy Liu -a la que teníamos desaparecida del radar-, Callina Liana, Eddy Maday, West Mulholland y Chris Sullivan. Entre estos protagonistas, casi en exclusividad, van tejiendo una historia calmada y sin prisa. Es una suerte de El Sexto Sentido (2000), más que de House of the Haunted Hill (1999) o The Hauted (1999)
Presence es una historia paranormal, que abusa de fantasmas, que cuenta el horror pero sin susto artificial. Apta, en ese sentido hasta para el corazón más sensible. Si vas buscando el horror, además, probablemente no sea tu película. Esto es terror de ambiente, el trabajo es pacífico pero cala.
El film abre alguna vía que deja en trayectoria muerta y esto si es una pena. Nos hubiera gustado más tener contacto con el personaje del padre. Sabemos que ha realizado alguna cuestión oscura que lo atemoriza y lo atenaza. Sin embargo, la película, probablemente por no estirar el chicle, nos lo deja de manera etérea, nuevamente flotante y definitivamente inconclusa. Nosotros que habíamos cogido ese cable, esa soga, nos la deja cortada y con destino al precipicio del personaje.
Pero el ecosistema de la casa, que casi no se ve desde su frontis nunca (decisivo cuando lo hace), va armando por si misma el acontecer de la cinta. Uno se integra en la trama, en la onda, en el flow de los conflictos familiares, aderezados por una enfermedad que tememos pero que no conocemos nunca. Uno podría pensar que no es más que un mcguffin adecuado para tenernos conectados y para poder entrar en la cabeza de la protagonista, buscar una razón a la sinrazón. Sin embargo, nada de esto existe. Es una historia que sin lo paranormal no es comprensible.
Otra de las victorias de Presence es el tamaño de metraje. Presence se acaba con 90 minutos y se disuelve y se resuelve en las últimas escenas de la película de manera rápida y con un epílogo con Lucy Liu que deja bien firmado el trabajo. Madre desconsolada.
Y visualmente, en su sencillez, nos ha encantado. Soderbergh sabe filmar y eso es algo -así comenzábamos este texto- que ya sabíamos. Steven ejerce de viejo zorro de la filmación, deleitándonos con momentos de quietud y de observación supuestamente vacía. Juega con las luces tenues, con los colores fríos y cálidos en un contraste verdaderamente jugoso a nuestro juicio.
En definitiva y como resumen, Presence es una película sencilla que no pretende contarnos la odisea de los protagonistas, no pretensiosa en ese sentido, y que tiene mucho valor en los tiempos que vivimos. Historia sencilla, resolución dentro de su lógica y huye del susto fácil, de la recreación en el gigantismo y en la sangre regalada de la que presumen otras películas de la época en que vivimos. En ese sentido, déjate mecer por el vals que recrea el director y su crew que es lo más acertado, aparca la búsqueda de la razón. Recuerden, son 90 minutos de recreo y quizás alguna historia que llega a vía muerta para nuestra desgracia. ¿Qué será lo que torturaba a ese buen padre de sus hijos? ¿A qué se dedican los moradores de esa casa que no están muy ocupados? ¿Por qué tienen tanto tiempo libre? ¿Hay momentos en la vida que será mejor no hacer nada para que todo se solucione?
Foto: promocional de Presence