
He podido revisar, quizás un poco tarde, la excelente serie Adolescencia, dirigida de manera magistral por Philip Barantini, que retrata en 4 horas, es decir, 4 episodios de 1 hora de duración los pasos de un jovencísimo criminal y a la postre asesino confeso. Más allá de la cantidad de medios, críticos y público que se ha hecho eco de la necesidad de ver la serie, Adolescencia es una pieza inquietante y que propone un debate exquisitamente necesario. El guion es de Stephen Graham y Jack Thorne.
La atinada serie está producida por una multitud de empresas productoras y también por una coalición de personas entre las que se encuentra uno de los protagonistas del film (y padre en la ficción) Stephen Graham.
Pero más allá de que desvelar la identidad del asesino no puede tener la calificación de revienta tramas, Adolescencia parte de ese punto para viajar al drama familiar ¿En qué situación se queda una familia cuyo drama es no explicarse de ninguna manera como ha podido hacer una atrocidad tan grave? ¿Cómo se lo explica un responsable padre de familia y su madre? El drama no es sólo de quien pierde a un familiar y la vida -que no está ni siquiera en cuestión- sino de la misma familia que tiene al criminal y la misma sociedad ¿Entendió el protagonista del acto macabro lo que hizo? ¿Es innatamente malo? ¿Es social? ¿Es el menor insel? ¿Influye eso en algo? ¿Es una coartada?
En este sentido, y con una impecable factura técnica, Adolescencia te muestra a la policía “loca” porque no sabe ni si quiera traducir el argot de la juventud y tanto de lo mismo se puede decir de una familia que -dentro de la locura- se insta a hacer de repente muchas cosas juntas. El fracaso social es mostrado de manera patente, negro sobre blanco y con contundencia. Cada uno de los episodios vale oro pues muestra incluso el proceso prejudicial británico, y de que manera se deja al detenido con sus derechos intactos cuando es un menor de edad.
Desde el punto de vista actoral, sin acaparar la pantalla, Stephen Graham se lleva para su terreno toda la serie y la protagoniza porque su cruzada y su tormento es fundamental para entenderlo todo. Todos los demás están muy bien y resisten el tipo haciendo bueno lo que se suele decir de la raza de actores británicos. De verdad, impecables. El hecho de que cada episodio sea rodado en un plano secuencia es verdaderamente necesario para no cortar la tensión. Ya conocíamos su nivel en cintas como la de Guy Ritchie, Snatch Cerdos y Diamantes y su nivel a la altura del “gitaneo” de Brad Pitt, por ejemplo, pero en esta ocasión verdaderamente coge las riendas de la cuádriga.
Es preciso incidir en la magnífica cualidad técnica de esta serie y su plomizo sentido, y su gris británico contrastando con color del arcoíris, todo ello más allá de la toma sin cortes que también dice bien de la pericia técnica. El juego de personajes y los ensayos tuvieron que ser de verdadero vértigo.
En definitiva, delicia de serie con una merecida fama y con una producción que es mérito también de Neflix. Es una serie que te atrapa y que no puedes dejar sólo en un episodio sino tomarla de un sólo trago.
Algunos críticos e incluso algunos psicólogos critican la serie por irreal pero en nuestra humilde opinión lo que sucede en la misma es verdaderamente plausible.
Foto: promocional de la serie Adolescencia (Netflix, 2025)