
Sub Rosa: el término evoca imágenes sombrías de mensajes secretos y operaciones encubiertas, espionaje e investigación. El jazz siempre ha sido una especie de lenguaje codificado, capaz de transmitir significados profundos y complejos de forma abstracta, comunicando emociones sin explicación explícita. El pianista Julian Shore presenta su propia colección de comunicaciones clandestinas en su cautivador nuevo álbum, Sub Rosa, disponible el 6 de junio de 2025 a través de Chill Tone.
Sub Rosa, en este sentido, es el segundo lanzamiento del trío profundamente intuitivo de Shore, compuesto por el bajista Martin Nevin y el baterista Allan Mednard. Su debut homónimo de 2023 fue un evento mayormente informal, una sesión improvisada motivada por el levantamiento del confinamiento. Su siguiente trabajo refleja más de dos años de camaradería y evolución desde aquel encuentro inicial, capturando la notable fluidez con la que los tres compañeros de banda redefinen la música en el momento. El material que Shore ha compuesto para ellos se basa en su experiencia personal, aunque el compositor espera que la música hable por sí sola.
“Insinué diferentes aspectos de mi vida en los títulos de las canciones, pero nunca quise revelar la imagen completa”, dice Shore. Señala una entrevista frecuentemente citada con David Lynch, en la que el difunto director de cine lamenta tener que hablar sobre el significado de sus narrativas crípticas. “En cuanto terminas una película”, dijo con una mueca, “la gente quiere que hables de ella. La película es la conversación… Es todo”.
Las corrientes subterráneas de significado y los complejos saltos intuitivos que impregnan la música de Sub Rosa también se insinúan, aunque de forma misteriosa, en la intrigante portada del álbum, obra de la madre de Shore, la artista Tayo Heuser. La pintura, con la cabeza reflejada de un antílope rodeada de formas geométricas multicolores, contrasta representaciones figurativas con abstracciones puras, dejando al espectador la tarea de establecer sus propias conexiones entre los elementos dispares.
«He crecido rodeado de abstracciones toda mi vida», explica Shore, citando la influencia de su madre. «Así que me siento cómodo con ellas. Creo que eso fue lo que me atrajo al jazz en primer lugar: disfruto del juego entre lo abstracto y lo concreto. Tomemos como ejemplo la forma en que los músicos de jazz interpretan los standards. Hay algo especial en tomar lo que podría parecer una simple canción y luego transformarla con esta explosión de expresión». Nadie encarna mejor esos ideales que el legendario Wayne Shorter, un ídolo musical de Shore, con quien tuvo la fortuna de estudiar brevemente durante su estancia en el Berklee College of Music. Los miembros del venerado cuarteto de Shorter —Danilo Pérez, John Patitucci y Brian Blade— se han convertido en mentores y colaboradores. «Wayne casi nunca hablaba de su música de forma específica», afirma Shore. «Siempre le preocupaba lo desconocido y su belleza. Solía dar a sus composiciones títulos enigmáticos que permitían al oyente descubrir una relación personal con el título o con la música misma. Echo un poco de menos esa magia cuando los proyectos se vuelven demasiado conceptuales».
En la foto: Julian Shore – Luke Marantz