Foto: Promocional. La banda de los chicos malos de Boston, Aerosmith, dejó el pasado 8 de julio una velada para el recuerdo en el estadio Heliodoro Rodríguez López. Una noche que, como indicamos, quedará en la memoria de jóvenes y viejos rockeros de Canarias. Todo ello en el curso de la denominada Aerovederci Baby! Tour, la que se supone última gira por el continente europeo. Sobre esto último, nunca se sabe, ya se conocen casos de despedidas de bandas de rock que o bien son interminables, o después siguen cabalgando a lomos de las guitarras.
Después de la actuación de las bandas mal llamadas teloneras, Simón Salinas y La Pista Búlgara, el reloj llegaba a las 10 de la noche, y el hambre de los amantes del rock de todas las generaciones era saciada de un tirón. Con puntualidad casi espartana, ahí estaban: Aerosmith.
La orgía de rifs de guitarras, gritos, ritmos y fantasías urbanas comenzaba cuando los de Steven Tyler abrieron el frasco de las esencias. Poco a poco fueron desgranando las canciones que han formado parte de la banda sonora de miles de personas. No faltaron temas que han constituido el “a b c” de una formación mítica en la discografía de melómanos de todas las edades. Así, hicieron las delicias con ‘Love in an elevator’, ‘Livin’ on the edge’ o ‘Fallin in Love (Is hard on the knees)’.
El respetable “flipaba en colores” y esto sólo acababa de comenzar. Uno de los aspectos más curiosos del concierto fue la calidad que atesora su frontman, Steven Tyler en su garganta. Parecería que la edad no pasa por él, casi 70 años y una forma física envidiable que le ayuda a llegar a cualquier tono.
Después de ‘Fallin in Love (Is hard on the knees)’ comenzaba un periodo de reconocimiento a grandes bandas, especialmente a los veteranos Fleetwood Mac ¡Qué redonda sonó ‘Oh Well’! Tema reconocido al instante ¡Qué hacer de Tyler en la armónica!
Se retomó el pulso al concierto con la inmortal ‘Janie’s got a gun’ y nos enfundábamos el traje de viajero espacial con ‘I don’t want miss a thing’. The Beatles no se salvaron de un merecido homenaje, otra vez derramaban calidad para reconocer a los 4 Favs de Liverpool, en ‘Come Together’. Es una manera especial de dar rienda suelta a las raíces.
El concierto se aceleraba con unas interesantes ‘Sweet Emotion’, ‘Cryin’ o ‘Dude (looks like a lady)’. Pero queremos detenernos especialmente en el sonido que la banda logró en ‘Eat the rich’. Ahí, sí es verdad, la tierra empezó a hervir. El estadio parecía que se iba a romper en dos y se puede decir que fue uno de los momentos más álgidos de la noche ¡Estelares! Para siempre, recordaremos a Tyler en la plataforma que le unía si cabe más con el público, aunando potencia para el eructo final de la amada pieza.
El escenario se despejaba y unos instantes – de los poco que hubo – de descanso servía al eficaz staff de producción para ubicar en el escenario un vistoso piano blanco y una escalera. Momento para ‘Dream on’ y un cierre monumental de las canciones de este día para recordar, con ‘Walk this way’. Ya ha llovido desde el momento en que Aerosmith unió talento con Run DMC para inmortalizar el maridaje entre el rap y el rock. Otra etapa que los de Boston tienen como muesca de victoria en la culata del rifle.
Aerosmith abandonaba después de este último concierto en territorio europeo con un bloque asentado a través de los años. Cuestión muy importante para el sonido de unos veteranos que parece mejorar con la edad. El mentado Tyler, Joe Perry, Joey Kramer, Tom Hamilton y Brad Whitford se han ganado a pulso – por toda su labor- entrar, con laureles y magna cum laude, en el corazón del rockero. 2 horas puntuales para la Historia.
Hemos de incidir en el carácter intergeneracional de lo sucedido el sábado. No es para nada fácil lograr que haya un show que atraiga casi por igual al abuelo, al padre y al hijo de una casa. Desde que sonó el primer guitarrazo ahí estaban, con las manos en alto, con el cuerno de dedos preparado.
Más allá de lo estrictamente musical, Canción a quemarropa quiere añadir el plus que supuso el concierto del pasado 8 de julio. Unas 20.000 personas, según cifras oficiales, todas entregadas, todas dando ejemplo de educación, ni un mal grito que no fuera de cordialidad, nervio bien entendido y camaradería “metálica” a borbotones. Camisas negras, cueros y buen ambiente. Así queremos los conciertos masivos, entendidos como un lugar y un momento de esparcimiento. Ausente de malos rollos y tendentes a la paz. Felicidades, Santa Cruz ¡Así me los den todos!