Por Aída González Rossi El pasado 9 de abril, la cantautora Claudia Basterra (Santa Cruz de Tenerife, 1994) presentó ‘Semilla’, su primer disco, en el Espacio Cultural Aguere. A pesar de las dificultades ocasionadas por la pandemia, Basterra consiguió reunir, con todas las medidas de seguridad pertinentes, a un centenar de personas. Acompañada por una fantástica banda, integrada por Jorge Hernández (guitarras), Agustín Buenafuente (bajos), Pablo González (teclados), Roberto Amor (batería) y María Basterra (coros), la artista ofreció un viaje completo por los temas del álbum, además de tres versiones que, junto a las diez canciones de ‘Semilla’, podrían entenderse como una mirada a esa raíz que nos lleva a desear que nos broten nuestras propias flores. Eso es, para quienes llevamos tiempo siguiendo a Basterra, ‘Semilla’: la flor, a lo mejor la fruta, que se convierte en el cuerpo visible de una carrera que empieza pero que ya tiene solidez, madurez y aroma. Un árbol crecido también puede plantarse.
Algo que sorprende de ‘Semilla’ es su variedad y versatilidad en cuanto a estilos, tonalidades y temas. El concierto se abrió con ‘Incendio’, el segundo single del disco, una canción luminosa y con fuerza que habla sobre el amor no correspondido. ‘Faro’ y ‘Emma, el teu nom’, esta última en catalán, crearon un clima de nostalgia de nuevo luminoso, pues, como ocurre con las plantas que van creciendo, ‘Semilla’ pasa por fases cuya diferencia nos dice, precisamente, que forman parte de lo mismo. Que una hoja contiene una rama desnuda o, en este caso, que la pérdida es parte del latido de lo que hubo, que un nacimiento debería significar la inexistencia de la violencia. Ocurrió también con ‘Don’t appear’ (la única canción de ‘Semilla’ compuesta en inglés), ‘Mi oasis’ y ‘Una hoja se ha caído’, que interpretadas por Basterra con la limpieza que caracteriza sus directos, llevaron al público a adentrarse en unas atmósferas muy concretas generadas desde la honestidad de la artista, temática que se aborda en ‘Chica de Tribunal’, primer single del álbum. ‘Volando’ y ‘Una semilla’, temas con los que se cerró la presentación y termina el disco, son todo un homenaje al amor por las letras (que, como explicó Basterra, le inculcó su abuela) y al amor por la música, los cuales, al contraponerse, se entienden como dos extremidades de un mismo cuerpo, dos partes de un mismo proceso creativo. Las tres versiones con las que se completó el concierto fueron ‘Chega de Saudade’ una conocida bossa-nova de A. Carlos Jobim, ‘In the blood’ de John Mayer, con la que el público vibró y se arrancó a acompañar con palmas a la banda, y ‘Todas las flores’ de Presuntos Implicados, destacando la espléndida y empastada interpretación a dúo por las hermanas Basterra. En estas versiones y en otras canciones del álbum, hubo lugar además para varios solos de flauta travesera interpretados por la artista, dando muestra de su capacidad como intérprete, no solo vocal, sino también instrumental.
Con esta presentación, Claudia Basterra planta su debut. Lo planta en el centenar de personas que, con emoción, asistieron a algo que llevaba meses esperándose y que es, además, tan complicado de celebrar en estas circunstancias. Y lo planta también en el mundo, ofreciendo el trabajo de todos estos años en los que, como dice en el último tema del álbum, ‘Una semilla’, ha entendido que la música puede parar las tormentas. Un árbol crecido también puede plantarse, y, sobre todo, también puede, mientras sigue creciendo, contemplarse.