Pasaban unos minutos de las 8 y media de la noche del 13 de julio, horario establecido para el comienzo del concierto, y Manu Katché y su banda hacían acto de aparición en la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife. Todo ello en el marco del Festival Internacional Canarias Jazz & Más.
El concierto integraba a los músicos Jérôme Regard, al bajo, Patrick Manouguian, a la guitarra y Eric Legnini a los teclados y consistía en poner en la batidora de ritmos una suerte de ingredientes que no por conocidos resultaban menos interesantes. En la coctelera se añadieron muchos estilos musicales para resultar en lo que se suele denominar jazz rock fusión. Funk, pop R&B, hip hop y oleadas atmosféricas que se podían hasta catalogar de rock progresivo. En palabras de algún espectador, “un sonido espacial y envolvente”. Tiene razón. Manu Katché presentaba The ScOpe, el proyecto publicado -según sus propias palabras en el año 2019- y que le pilló en plena pandemia la promoción.
Un grupo bien ensamblado y un plato ya previsto que pareció tener a la abarrotada Sala de Cámara rendida casi de ante mano. En el disco usó a los mismos músicos y yo diría que al mismo ingeniero de sonido y eso redundó en la calidad del show. El concierto que nos atañe fue en términos generales excelente e incluyó todo el proyecto que se prometía y fueron canciones que sonaron redondas con una banda bien girada, bien engrasada y con un nivel estratosférico.
Manu Katché venia con una gran ganada fama gracias a sus participaciones en bandas de reconocimiento global, por ejemplo Peter Gabriel, Dire Straits y Sting. Su control de la batería demostró ser alucinante y no cesó de hacer increíbles participaciones que desafiaban a los ritmos más exigentes.
Sin embargo, hubo unos oscuros dentro de tanto claro. En algunas canciones se introducía la participación de cantantes desde por pista disparada desde la mesa de sonido (en ocasiones apoyado con audiovisuales), cuestión ésta que por lo menos a un servidor le sacó del soberbio espectáculo. Fue el caso por ejemplo de la canción, de la que también hay video promocional, Vice, con la ayuda del cantante Faada Freddy ¿Es la orientación moderna del mundo del espectáculo? Puede ser. A mí me sacó del escenario, del espacio , de mi asiento. El soul era el correcto, la banda también perfecta pero ver a alguien que no está en el escenario, corta como el fino acero.
La lástima de todo ello es que el espectáculo merecía un potosí, todo el oro del Perú. Contaba con músicos especialistas, de lo mejor del panorama. Curiosamente no era necesaria o digamos, imprescindible, la actuación de cantantes en este show del Festival. La cita se hubiera sostenido de manera interesante sin la necesidad de esos aderezos.
También nos asombraron con la interpretación – homenaje a la ciudad Ville Lumière que se llama Paris me manque y en el que participa el rapero Jazzy Bazz. Otra voz “fantasma” disparada desde mesa. Canción redonda además, y fue muy interesante, como nos confesó el batería Manu Katché, que narra la visión de un joven rapero de unos 25 años sobre esa gran Ciudad de hace unos 30 o 40 años. Bonito preámbulo además del día de Francia, que es el 14 de julio.
Casi al final de la velada, antes de los bises también hubo alguna cantante incluida de manera virtual. Y en la brutal ampliación del concierto, que fue aceptado a requerimiento del público, hubo momento para el lucimiento de cada uno de los miembros de la banda. A propósito hay que destacar la capacidad increíble de su guitarra Patrick Manouguian. Habilidad más que demostrada en el show.
En definitiva, hora y media de espectáculo con algún matiz en la claridad acostumbrada pero que no empañó del todo el buen gusto por el jazz rico en fusiones con otros estilos. Música de calidad que nunca viene mal.
Foto: Luz Sosa (distribuída por el Festival Internacional Canarias Jazz & Más).