Tenemos la impresión de que el director Martin Scorsese se fijó un objetivo con su última película, Los asesinos de la luna, que en realidad es una traducción muy regular del título original; pasar la factura a la sociedad norteamericana con respecto a los indios nativos de su propio territorio y para empezar lo hizo con la tribu de los tribu Osage. Producida por Apple Tv, podría ser una saga en sí misma si empezamos a contar todos los oprobios del hombre blanco. Para consumar tal venganza Scorsese y la producción ha contado con un reparto sobresaliente, un productor ejecutivo que también protagoniza la peli, un guion muy bien labrado y con una bella factura que hace levantarse después del largometraje para aplaudir, después eso sí del apasionante broche final. Largometraje, además va con segundas, no lo duden.
Scorsese se mira en el espejo de la novela homónima de David Grann, buen material de inicio. Cuenta con actores clásicos que ya han estado bajo su dirección como Robert De Niro, Leonardo DiCaprio y otros que se acoplan a esta perfecta dupla protagonista, a saber Laly Gladstone, Jesse Plemons (que aparece en la segunda mitad de la cinta como inquisidor representante del FBI) y Louis Cancelmi. Poco a poco se van desgranando los acontecimientos. Con todo el tiempo del mundo, Scorsese fija sus bases para ahí construir de manera adecuada toda la armazón de la película. Esa infraestructura es lo que hace que éste sea un edificio infranqueable, a prueba de demolición. El guion es férreo y eso se nota.
Desde el punto de vista técnico la fotografía es más que correcta y estuvo también dispuesta a realizar algún alarde cuando ello era de menester. Por su parte, la banda sonora cumple, añadiendo el necesario toque de blues añejo, tan amado por parte del mismo Martin. Ese blues le da un toque personal a la cinta y genuinamente americano. Es un sello de autor, otro más de Scorsese y su equipo.
Los asesinos de la luna se la cargan a la espalda tanto De Niro como DiCaprio. Suyos son los mejores momentos pero no debemos olvidar la tercera en “discordia”, Laly Gladstone está para que la nominen. Su papel es tremendamente contenido y eso dificulta las cosas. En ocasiones es una observadora casi muda y hace de moral de la sociedad y por supuesto de uno de los protagonistas (DiCaprio).
De Niro se cree el papel y lo demuestra y además está sencilla y llanamente perfecto. Ya demostró en El Irlandés la maravillosa vejez que tiene al lado de directores como Scorsese. Nos alegramos por este lado que haya dejado de aceptar algunos papeles alimenticios y que se interese por estos roles más jugosos. Por su parte, DiCaprio se desencadena. No es que haya mala aparición pero a lo mejor está demasiado sobreactuado. No obstante, también es verdad que su personaje es de largo el más complejo y aguanta el armazón e casi toda la película. Su misión es la más difícil y yo diría que cumple.
El veterano director se pone las botas y se enfanga en el barro indígena. Su intención es tremendamente visual y divulgativa, señala e introduce al espectador a los Osage, a la tradición india americana. Su teoría es simple: si conoces a la tribu, serás asertivo con su destino. Y es efectivo. Desde este punto de vista, Scorsese hace por fin su western realista y pegado a los primeros años 20 del siglo XX en la ciudad de Oklahoma.
El metraje es largo, pero eso no le resta ni un ápice de legitimidad a la película. Pasa algo parecido a lo que hemos dicho con la última película de C. Nolan, Oppenheimer, el metraje está perfectamente medido y está justificado. Hay que tener en cuenta que la odisea contada es larga y no es apta para el cine de contar y tirar. Es lógico que Martin Scorsese se haya querido coger 3 horas y medias largas de película. Por su parte, no estaría mal ver las cuatro horas que prepara para acercarnos con mayor lupa a algunos aspectos de las diferentes tramas.
Importante mención merece el final que obviamente no vamos a desvelar. Scorsese deja un sabor de boca impresionante, como el bombón de un licor que esconde un elixir incomparable en su contenido. Tan insospechado como original, el espectador se queda impresionado por como se redondea la cinta que ya de por sí iba por el camino de la excelencia.
En definitiva, Asesinos de la luna es un extraordinario film, fructífero encuentro con Martin haciendo funcionar a una tremenda pléyade de estrellas del firmamento de Hollywood. Ya no esperábamos algo tan superlativo después de la genial El Irlandés. El ya octogenario Scorsese cumple su venganza de al menos parte del pueblo indígena americano, al que no han parado de traicionar los denominados pieles blancas ¡Y se ha quedado tan ancho!
Foto: Fotograma promocional de la película