El día 7 de noviembre, la 19º edición de la Muestra de Cortometrajes San Rafael en Corto (SREC) proyecta en el marco de su sección ‘Educar en Canarias’ el trabajo de Julieta Cherep, ‘El loco del desierto’. El citado corto, de poco más de tres minutos, narra la historia y proyecto de Tateh Lehbib, un refugiado saharaui a quien sus vecinos del campo de refugiados de Auserd (Tinduf, Argelia) empezaron a llamar loco cuando se propuso construir un refugio resistente al calor y a las tormentas de arena con botellas de plástico. Lo que empezó siendo un apodo, es hoy una referencia internacional.
Cuando terminó la carrera y un master posterior que cursó en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Tateh Lehbib regresó a los campos de refugiados saharauis. Inspirado por todo lo que había estudiado y con el deseo de mejorar la vida de los saharauis, decidió construir un refugio con botellas de plástico rellenas de arena que fuera resistente al calor y a las tormentas del desierto. Cuando el departamento de innovación de ACNUR conoció el proyecto, fue becado para que pudiera construir 25 refugios en los campos de Tinduf. El primer refugio que construyó Tateh fue para su querida abuela, que por aquel entonces tenía 90 años. Quería ofrecerle un lugar más fresco donde descansar después de más de media vida bajo el sol abrasador del desierto. Actualmente, 25 familias en situación de vulnerabilidad en los campos de refugiados saharauis de Tinduf cuentan con un refugio de este ‘loco del desierto’.
Lehbib y sus experiencias en construcción
“El comienzo no fue fácil, no solo por la poca aceptación del proyecto, sino porque no lo veían viable. Nadie creía que botellas de plástico llenas de arena pudieran convertirse en viviendas. Cuando recogía las botellas vacías en las calles y los vertederos algunos no dudaron en llamarme ‘el loco de las botellas’. Pero una vez levantada la construcción, todo cambió y no fueron pocos los que aplaudieron el proyecto. Muchos se ofrecieron a ayudarme a recoger botellas y llenarlas de arena, y algunos incluso me ayudaron a construir la vivienda de mi abuela”.
“No teníamos experiencia en construir este tipo de viviendas en los campamentos y eso nos obligó a realizar investigaciones y a capacitar a albañiles. Además, en ocasiones las condiciones climáticas como las tormentas de arena, eran un obstáculo para culminar la construcción”, señala el ingeniero, quien agrega que su objetivo “siempre ha sido aliviar el sufrimiento de mi pueblo, mejorar sus condiciones de vidas y permitirles vivir con dignidad en los campos de refugiados saharauis”.
Tateh Lehbib tiene una opinión clara sobre la disparidad de precios que padece el mercado de la vivienda. “Quizás el precio por construir una casa en Europa equivale a 70 u 80 casas en los campos de refugiados saharauis. Este es un tema importante y tiene notables implicaciones humanitarias. Los campos de refugiados a menudo enfrentan condiciones extremadamente difíciles, con viviendas precarias y recursos limitados. Esto puede ser una preocupación para las personas y organizaciones que trabajan en ayuda humanitaria y gestión de crisis. La vivienda es un derecho humano básico, y las diferencias en las condiciones de vivienda entre las zonas más ricas y aquellas que enfrentan conflictos o crisis humanitarias, resalta la necesidad de abordar las cuestiones de los refugiados, así como la importancia de la ayuda internacional y los esfuerzos para mejorar las condiciones en los campos de refugiados. Estas cuestiones constituyen un motivo de reflexión y acción en la comunidad global para mejorar las condiciones de los refugiados y trabajar para solucionar sus principales problemas, y para los saharauis la solución es volver a su tierra con dignidad y la cabeza bien en alta”.