Este pasado 19 de abril llegaba a la cartelera la última película del director Alex Garland y la expectación era máxima, Civil War se llama. La cinta está protagonizada por un casting de verdadero lujo que además capitanea como nadie Kirsten Dunst, que está en un soberbio y maduro estado de forma, Wagner Moura (Narcos), Cailee Spaeny (Priscila), Stephen Henderson (Dune 2, Beau tiene miedo, Lady Bird), Jesse Plemons (Los asesinos de la luna). Éste último en una escena tan atroz y animal como impresionante. Una sola escena, hipnótica. Civil War es probablemente la producción mas cara de A24.
La carrera de Alex Garland ya nos había sorprendido con títulos de ciencia ficción como Ex Machina o Sunshine, así como sus participaciones en la saga de 28 días/semanas después (en ocasiones como guionista). Un realizador que ya podemos tildar de veterano y que lleva la fotografía y el guion a sus máximas cotas.
Dicho lo cual, la guerra -nunca mejor dicho- estaba servida en bandeja de plata.
Civil War narra la revuelta de California, Florida y Texas en una suerte de Alianza del Oeste americana que amenaza en guerra de secesión al resto de los USA y su intención es llegar al mismo Capitolio de Washington para arrancar el poder y extirparlo de manera salvaje. Probablemente inspirada en la invasión del capitolio en los momentos no tan pretéritos, nuestros peones, contadores de historias a través de un objetivo, fotoperiodistas, están en ese marco de ajedrez brutal y se encaminan a narrar las vicisitudes de la lucha. El presidente está anclado en La Casa Blanca y sitiado, mientras va engañando con los medios de comunicación despreocupando a gran parte del país.
La película es terrorífica por momentos porque no ahorra a la hora de mostrar los horrores de la guerra. Civil War es una suerte de buddy y road movie, una odisea de colegas en un coche que van teniendo conflictos allá por donde pasan. Los periodistas, de la agencia Reuters, van adentrándose poco a poco en el terror, y se van cociendo duras situaciones que pueden afectar también al espectador. Simpatizamos con ese bando, no con ninguno que está en la contienda.
El film no explica si la situación es justa o injusta, si el Presidente es blanco o negro o si el golpe de estado tiene sentido pero a lo mejor esto es un efecto perfectamente buscado. A nadie en un país que entra en conflicto se le pregunta si es necesario o no , o si la espada que le obligan a sacudir está en el bando justo o injusto. Más de una vez, sobre todo en las contiendas civiles dentro de una misma región, eso depende del lugar en donde haya cuajado el primer ataque.
Sabido es también que una guerra es momento para las aves más carroñeras. Y parte de las circunstancias terribles del viaje son consecuencia no de los bandos bélicos sino de las cuestiones colaterales de acceso a medios de transporte (gasolina) y de venganzas personales y de corte ultra nacionalista. En muchas circunstancias de la película se combinan paseos sin tensión con un paréntesis de acción violenta. El espectador cae en esta suerte de carrusel emocional del que es difícil recuperarse porque sobre todo cuando dribla uno, sale el siguiente aunque con algún intervalo. La comunión con el núcleo de los 4 protagonistas es tal que se preocupa con la suerte de cada uno.
De esta forma, con road movie de libro, la fotoperiodista veterana (Dunst), el viejo que es la voz de la consciencia y de la experiencia (Henderson), el ímpetu de la jovencísima novata (Cailee Spaeny) y el audaz y nervioso periodista entrevistador (Wagner Moura) van descubriendo ciertas barbaridades que en ocasiones tiene paralelismos con una película de holocausto zombie. No nos distinguimos mucho, de los acéfalos monstruos en una condición o situación bélica.
Civil War
En este marco, Garland se crece y nos muestra imágenes bélicas a distancias cortas y largas puramente verosímiles. La fotografía, sin duda, es una de sus aliadas y el trabajo de los actores y el sonido enmarcan unos momentos verdaderamente magistrales que deberían contar con su reconocimiento en los premios de futuras ediciones. El uso del sonido es verdaderamente magistral. La selección de canciones, por ejemplo, es también una labor encomiable.
En resumidas cuentas, excelente trabajo que deja Alex Garland y su excepcional reparto. Especialmente la química del núcleo de los viajeros periodistas con los que es imposible no empatizar. Una película que es digna de admirar y especialmente propuesta para aquellos que crean en la virtualidad e importancia del periodismo y en concreto al periodismo basado en la fotografía y en la imagen. Tanto la escena de Plemons (pareja de Dunst y que parece que no era el previsto para esta pieza) como el asalto final del edificio gubernamental se tienen ganado el corazón del cinéfilo.
Foto: A24