Yaiza Pinillos es una diseñadora de vestuario que entiende la moda y la escena como una extensión del cuerpo y del alma. Su trabajo va más allá de lo decorativo, buscando conectar materiales, formas y texturas con la psicología de los personajes que viste. Con una trayectoria que abarca tanto teatro como cine y ópera, Pinillos ha demostrado una maestría en el tratamiento de materiales que le permite crear mundos visuales que dialogan con las emociones del público y los intérpretes.
Tras su exitosa colaboración en La voz humana, Yaiza se enfrenta ahora al reto de dar vida visual a los personajes de Luciérnaga, una obra cargada de historia y simbolismo. En este segundo proyecto con la compañía Vector de Ideas, su interpretación del personaje de Alcira Soust y el tratamiento del vestuario resultan cruciales para transmitir el drama de la resistencia y la lucha por la libertad. Luciérnaga se estrenará el 6 de octubre en el Teatro Leal de La Laguna, dentro del marco del festival CLE (Classical Laguna Experience). En esta entrevista, Pinillos nos comparte su proceso creativo, sus fuentes de inspiración, y cómo el vestuario se convierte en una pieza esencial de la narrativa.
– Luciérnaga es una obra profundamente simbólica, con personajes que representan la resistencia y la lucha por la libertad. ¿Cómo concibió visualmente a Alcira Soust? ¿Qué aspectos de su historia le cautivaron para inspirar su diseño de vestuario?
Mi concepción de la poeta se ha venido enriqueciendo a partir de diversas fuentes, existe relativamente bastante información sobre Alcira tanto en fotografías que le fueron tomadas en diversos momentos de su vida, lo cual nos permite una composición del devenir de la persona. También existe un magnífico documental dirigido por Agustín Fernandez Gabard que, por cierto se puede ver en una de las principales plataformas digitales y que recomiendo encarecidamente a quien tenga curiosidad por conocer más de la realidad de esta enorme mujer y por último pero no menos importante, me introduje en la novela “Amuleto” de Roberto Bolaño, cuya narración es un trasunto bastante fiel a la historia de Alcira, que aquí aparece bajo el nombre de Auxilio Lacouture. Este documento me sumergió por completo en la realidad de esta mujer tremenda.
– Este es su segundo reto con Vector de Ideas, tras La voz humana. ¿Cómo ha sido el proceso creativo en Luciérnaga en comparación con su trabajo anterior con César Martín? ¿Qué diferencias encontró al abordar una obra como esta, con tanto peso histórico?
Creo que ambas creaciones tenían su correspondiente peso o imbricación histórica. También he de aclarar que antes de sumergirme en cualquier proyecto, uno de mis primeros impulsos es contextualizar en tiempo y espacio la obra a la que me enfrento. Y si bien la primera me hizo bucear en el estudio de la contemporaneidad de esos grandes nombres que compusieron música y libreto de “La Voz Humana”, Francis Poulenc y Jean Cocteau respectivamente, en “Luciérnaga” la aproximación histórica se centra en esta mujer Alcira Soust y en su contexto histórico, geográfico, social y por supuesto psicológico. De modo que mi aproximación siempre tiene que ver con lo histórico y con lo psicológico. Ambas obras se prestan y esto es algo que César Martín siempre tuvo muy claro: en ambos casos optamos por una universalización de la historia que queremos contar. Ambas obras han sido encaradas desde un punto de vista universalista y atemporal porque aún tratando temas absolutamente distintos, en ambos casos pueden situarse en cualquier situación cronológica y geográfica. Esta decisión, que considero muy acertada, ayuda al público a empatizar con lo que está viendo en escena, a hacer suyas las sensaciones, a comprenderlas de un modo más profundo y personal que si nos hubiésemos limitado a recrear un caso específico que tuvo lugar en un sitio y cronología concreta.
– El vestuario en una ópera no solo es un elemento estético, sino que juega un papel narrativo clave. ¿Cómo cree que su diseño influye en la propuesta escénica de Luciérnaga? ¿De qué manera el vestuario refuerza o complementa la evolución de los personajes en la obra?
Como bien apunta la pregunta, ningún elemento del vestuario está escogido al azar, el vestuario es una potentísima herramienta semiótica, en el sentido de que lanza mensajes, son símbolos, es lenguaje no hablado pero en todo caso significante. No quiero desvelar más de la cuenta pero el propio vestido de Carmen en su rol de Alcira a través del color elegido, de la textura de la tela empleada y del propio corte y elementos que lo jalonan, remite a un árbol como representación del concepto de renovación, de la sabia nueva que aporta cada generación de poetas y lo que pueden hacer por la realidad, por la sociedad en la que se encuentran insertos. Queríamos organicidad, atemporalidad y verdad, estos fueron los impulsos que sentí al generar este vestido.
No creo que sea cuestión de ir desgranando personaje a personaje pero la cuestión de “humanidad” algo que le es tan propio a la poesía, y en general a todas las Artes, era algo que quisimos que quedase plasmado en el vestuario, así que me empeñé en que muchas de las prendas que aparecen en la obra hubieran de tener apariencia de “haber sido ya vividas” necesitaba ropa de segunda mano, usada y con historia previa. Prendas que hubieran vivido ya sus propias vicisitudes para que vinieran a reforzar ese concepto de “humanidad” sobre el cuadro que estamos componiendo. Y para enfatizar más este concepto de “humanidad”, de “lo propiamente humano” que recorre todo el sentido del vestuario, tenemos dos contrapuntos representados por dos de los personajes masculinos que aparecen en la obra que representan justamente lo contrario: lo deshumanizado e incluso lo monstruoso y pesadillezco.
– Sabemos que su trabajo con materiales es muy particular. ¿Qué elementos o materiales ha decidido utilizar en Luciérnaga y cómo se relacionan con los personajes y la historia? ¿De dónde ha sacado inspiración para definir la paleta de texturas y colores en esta producción?
Creo que esta pregunta entronca perfectamente con lo explicado en la pregunta anterior. Y queda patente sobre todo en el material elegido para el vestido de Alcira que está confeccionado en una bambula de algodón de aspecto muy orgánico (y por cierto bastante complicado a la hora de confeccionarlo, (yo siempre haciendo amigos en las sastrerías), es broma, yo vivo en las sastrerías y adoro a mis sastres… pero ¡dio mucha lata!. Tintamos expresamente esa bambula para conseguir la tonalidad exacta que pensamos representaría ese concepto de lo regenerativo, de lo arbóreo. Hay otro elemento, una máscara (trataré de ser lo menos espoiler posible) con el que quise representar el material del que están hechas las pesadillas: lo ancestral, lo carnal descarnado, lo humano deshumanizado. Sí hay bastante investigación y intencionalidad en la elección de los materiales.
– Luciérnaga se inspira en los eventos de 1968 en México, pero su mensaje es universal. ¿Cómo ha reflejado en el vestuario esa dualidad entre un contexto histórico muy concreto y los temas más amplios que la ópera aborda, como la libertad de expresión y la resistencia?
Creo que la pregunta se contesta a sí misma, y lo que ya he expuesto sobre la intencionalidad de cada elección que se ha hecho tanto en los materiales, como en las hechuras y el estilo de cada prenda, pues cada una de ellas viene a reforzar esa extemporaneidad que emana esta obra y que consideramos esencial. Son problemas universales que cuentan con su amenaza concreta pero común: el ataque permanente que sufren las libertades. Esta obra habla de la libertad que hay que defender y de los elementos que tratan de devastarla, un discurso tan antiguo como el nacimiento de las sociedades.
– En la creación de vestuario para personajes históricos o basados en hechos reales, ¿hasta qué punto es importante para usted ser fiel a la época o prefiere interpretar libremente ciertos aspectos en función de la narrativa visual de la obra?
No me gusta ser taxativa en mis afirmaciones, pero en este caso me atrevería a decir, que claramente soy mucho más proclive a la segunda opción.
– En esta versión de Luciérnaga, la colaboración con César Martín es crucial para dar vida a la visión global de la obra. ¿Cómo ha sido el trabajo conjunto con él para alinear el vestuario con la puesta en escena y el concepto general de la ópera?
Me gusta muchísimo colaborar con César Martín, cada vez que nos juntamos, mi sensación es que cuando él empieza una frase, yo la termino y viceversa, de modo que la proposición a la que uno de nosotros da pié se ve enriquecida o reafirmada por lo que aporta el otro. Creo que nos entendemos muy bien sin necesidad de utilizar demasiadas palabras. Yo resumiría nuestra relación creativa como un paseo naturalmente fluido e ilusionante..
– Más allá de Luciérnaga, su carrera ha sido marcada por una constante búsqueda de nuevas formas de expresión a través del vestuario. ¿Qué proyectos tiene en el horizonte y cómo sigue evolucionando su enfoque como diseñadora?
Mi enfoque como diseñadora exige nuevos retos en cada acometida. Cada proyecto para mí es una oportunidad para aprender, vivir nuevos mundos inventados y generar soluciones que efectivamente aporten novedad, sorpresa, acaso asombro. Esta carrera que emprendo por voluntad propia, tal vez sea algo ilusa o inocente; aspirar a la originalidad en la actualidad suena como algo más propio del s XIX, tal vez vengo un poco “tocada” del romanticismo que perseguía ese ideal de lo original, lo que pasa que mi realidad se emplaza en una época en que todo es una copia de otras cosas y que en muchos casos esa copia se ensalza como un valor en sí mismo. Yo no entiendo así mi forma de crear, yo sigo en pos del ideal de la originalidad, que se consigue a través de la experimentación y la innovación y el continuo aprendizaje. Por desgracia, el sector de las Artes Escénicas es un sector económicamente precarizado que dificulta en gran medida este ideal mio de estar proponiendo permanentemente la creación de algo “que aún no existe”. Pero me temo que mi voluntad en este sentido es inaccesible al desaliento. En ese sentido a veces me siento como Sísifo y su piedra y otras, que también las hay y nos son pocas, gracias al esfuerzo de muchos creadores que creen en mi capacidad creativa y se sienten representados en ella, me siento libre, apoyada y completamente realizada en muchos de los proyectos en los que participo.
Pero como esto de la “busqueda constante de lo que aún no existe” es muy desgastante, no hay cuerpo humano que lo soporte de forma prolongada, también tengo una faceta docente que en muchos casos me genera una gratificación no inferior a la que me genera mi faceta artística.
En la actualidad estoy en plena preparación del próximo espectáculo de la Compañía Antonio Najarro “Romance Sonámbulo”, que se estrena este próximo 9 de noviembre, con un amplísimo elenco y un no menos amplio y excelso conjunto de creadores plásticos escénicos. Y luego otras cosas muy ilusionantes pero que tal vez sea demasiado pronto para desvelar, pero como pista diré que es una colaboración internacional en los que hay involucrados varios de los artistas canarios de mayor renombre a nivel internacional, esto será para 2025 y es nuevamente danza.
Mi obra está por hacer, y tiene que ver con la creatividad y con el diseño pero también con la docencia. Estoy convencida de que ese momento creacional llegará tarde o temprano.
– Finalmente, el vestuario, como el arte en general, puede ser un medio para generar preguntas y reflexiones. ¿Qué espera que el público perciba o sienta a través de su trabajo en Luciérnaga? ¿Hay algún mensaje particular que quisiera transmitir con esta obra?
Bueno, creo que tras todo lo expuesto tal vez ya esté todo dicho. Pero sí, me gustaría que el vestuario formase parte indivisible de un conjunto perfecto, sin estridencias pero con aportaciones significativas y significantes. Un vestuario excepcional que no vaya a la par del resto de elementos que configuran la puesta en escena, es un vestuario errado. El vestuario tiene que ir en apoyo al texto, a la acción, al “bien sentirse” de los intérpretes, debe darles poder y seguridad. Un buen vestuario debe estar perfectamente afinado con el resto de agentes que conforman la puesta en escena y aquí, en nuestra “Luciérnaga” hay una grandísima apuesta por cada uno de los elementos que forman parte de este tablón viviente que estamos componiendo para el deleite de todos los sentidos de nuestro público, que espero que sea muchísimo y con un largo recorrido.