Nueva entrega del Festival Internacional Canarias Jazz & Más Heineken, en su edición número 27, en esta ocasión en el Teatro Leal de La Laguna. Fue el pasado jueves 12 de julio. Hora y media larga para disfrutar de uno de los shows más exclusivos; el increíble hacer de la cantante Cyrille Aimée. Así como el alisio volvía a enfriar a la Ciudad de los Adelantados, el Festival también aparecía en Aguere, con algún retraso con respecto al horario previsto.
Cyrille Aimée participaba de este modo en el Festival presentando un nuevo espectáculo después de la reciente presentación de su disco, grabado en directo, Live (Mack Avenue, 2018). Live supone un carpetazo final al estilo swing guitarrero que había impuesto en su carrera en los últimos años y sostiene en esta ocasión unas formas diferentes con cuatro músicos más de excepcional valía. Suponía por lo tanto una oportunidad única de comprobar esa nueva salida, esa vida “post-swing” a lo Django Reinhard.
Esta nueva dirección musical se sostiene desde el piano y con una base rítmica indestructible. Con esa premisa como bandera, sonaron canciones clásicas a modernas y de propia autoría, Cyrille Aimée fue desgranando un decálogo de cómo hacer las cosas bien, perfectas, en directo. Demostró ser absolutamente correcta en la tarima pública. Con el cansancio propio –como confesó en un español más que aceptable- de 28 horas de vuelo, recién llegada de Shangai, pero con una energía desbordante y con una habilidad extraordinaria desde el punto de vista rítmico y vocal.
La sincronicidad con sus músicos y el baile de Cyrille arrancaba algunos aplausos en el respetable. El ritmo se hacía con la coqueta sala del Teatro Leal. Por ejemplo, el concierto tuvo algunos momentos-estrella como el del trompetista Wayne Tucker que supo poner las notas acertadas en cada momento. Es muy difícil caer de manera tan dulce y saber ser sideman como lo ha hecho Tucker. La pianista Hila Kulik también aportó gran parte de la estructura en la que se asentó musicalmente el show con algunos solos realmente recomendables.
Uno de los puntos fuertes de la cantante francesa residente en New Orleans fue sin duda la capacidad de scat que tiene. El scat es esa modalidad de canto basado en cantar sin letras, con sílabas ordenadas de tal manera que la voz se transforma en otro instrumento musical más. En ello, Cyrille es una verdadera maestra. El punto de genialidad en el scat fue tal que daban ganas de pedirle a la artista que diese todo el recital de esa guisa.
El concierto atesoraba algunos momentos de oro puro como por ejemplo en canciones como Me too, compuesta por Cyrille y su hermana.
Aunque nos confesara Cyrille Aimée en una entrevista reciente que ella prefería actuar con personas que con máquinas, la cantante cedió a la tentación y nos presentó su nuevo “juguetito”, una looper machine. El aparato le sirvió para interpretar en solitario y con su artefacto la canción de la que hace gala en su último videoclip. Supuso una bienvenida musical al vecindario de New Orleans (del que es nueva inquilina). Probablemente en su nuevo disco, ya grabado y que se espera para 2019, tendremos más contactos con esta manera particular de expresarse.
Un final con buen sabor de boca con temas como La Nuit Blanche, con un solitario bis, que dejó al público quizás con ganas de más, pero ya sería para otra ocasión. Sin embargo, no todo fue positivo en la velada, quizás faltó algo de público en la platea del Teatro Leal que lucía aproximadamente una media entrada. A lo mejor la presión de algunos shows a la misma hora que el del Leal restó presencia de espectadores.
Texto: Héctor Martín
Foto: Luz Sosa.