El director argentino Mariano Pensotti dirige a su compañía, Grupo Marea, en La Obra, cuyas funciones tendrán lugar los próximos días 21 y 22 de julio en el Teatro Pérez Galdós. Argentina fue, tras la II Guerra Mundial, el destino de muchos oficiales nazis que vivieron allí con identidades falsas. Partiendo de esta experiencia, Pensotti arma la historia de un judío polaco que se instala en el país en 1962.
Como único superviviente de su familia de los campos de concentración nazis, Simon Frank se muestra profundamente afectado y comienza a construir su casa y calles de Varsovia que le servirán como decorados para contar su historia a través de un monólogo conmovedor que representaba cada año, coincidiendo con su cumpleaños. La obra seguía la vida del polaco de manera cronológica: sus estudios en Varsovia, la relación con sus padres, su afición a la música, sus amistades de universidad, su carrera como periodista, su matrimonio y paternidad, sus preocupaciones por la política en Europa, la discriminación de los judíos, la guerra, los campos de concentración, el asesinato de su familia, el trauma y el exilio a América. Poco a poco, Frank involucra a los vecinos en el proyecto y participan de manera activa en esta representación que empieza a ser conocida en todo el país.
Todo esto salta por los aires cuando en 2008 la policía federal detiene a un ya anciano Simon Frank cuando descubre que es en realidad Jürgen Richter, un oficial del ejército alemán sobre el que pesa una orden de captura internacional. La historia de la suplantación de identidad del verdugo a su víctima, está armada sobre la ficción de la visita de otro de los personajes, el supuesto dramaturgo Walid Mansour que en 2020 viaja a Argentina para conocer la historia y crear una obra de teatro sobre este episodio protagonizado por antiguos participantes que narran y reviven en qué medida esta experiencia marcó sus vidas.
Un teatro que alberga la mayor de las farsas
De esta manera, el argentino Mario Pensotti crea una obra de teatro a partir de una obra de teatro al recuperar las investigaciones de ese ficticio Mansour y subirle al escenario como un actor más para que reflexione sobre la impostura, la culpa, las víctimas y los verdugos. La relación del arte con los conflictos políticos, el pasado que sigue vivo en el presente y la visión del mundo como un gran teatro capaz de albergar la mayor de las farsas.
Al final de esta historia, Jürgen Richter se ahorca en la cárcel meses después de su detención y la obra deja de representarse. Los escenarios se abandonan y la gente emigra.